"Todo Se Quema’ es un álbum que nos revela momentos de cambio que afectan las emociones, los sueños y la esperanza. Nos muestra que definitivamente todo tiene un final y el fuego es la clave para transmutar. Rock alternativo con toques de shoegaze, synthpop y post punk son la orquestación enérgica que acompaña este álbum”.
Por José Gallardo Arbeláez // @MuInmobiliaria
Me gustaría tomarme el atrevimiento de comenzar con un pensamiento que vengo desarrollando hace meses, creo años ya, sobre el asunto del postrock latinoamericano y su efervescencia actual.
Para comenzar es necesario definir qué podría entender como postrock y luego tal vez situarlo en el contexto actual latinoamericano, aunque si somos un poco reduccionistas, todo el resultado de lo que se llama rock en español es básicamente postrock, ya explicaré porque.
Los géneros o prácticas sonoras del siglo XX y XXI (los pocos que están surgiendo) son básicamente paquetes de datos, los cuales podemos definir en dos grandes categorías: los musicales/sonoros y los prosaicos. La vestimenta, modo de hablar, tipo de conciertos, parches, pogo o no pogo, baile o no baile, incluso hasta los códigos de habla, decir gig, venue, por ejemplo denota un conocimiento de esos escenarios prosódicos.
En lo que se refiere a los materiales musicales sonoros, podemos decir que los elementos preponderantes en un disco de postrock son:
- Chorus en las guitarras en vez de mucha distorsión sucia, si se va usar la distorsión se suele usar para nubes tipo ambient o drone, en ese caso incluso se puede asegurar es usual encontrar al lado del pedal de chorus de preferencia un big muff y luego un dd3, delay boss.
- Líneas melódicas en el bajo con una fuerte influencia de New Order y similares, que luego en Latinoamérica se traducen el proyectos como Los prisioneros, esa linealidad en el bajo también es un clásico legado de The Police, The cure, etc. Para luego evolucionar a sonidos más dream pop y shoegaze como es el caso de The Jesus and Mary Chain y el famoso psycocandy de My Bloody Valentine. En Latinoamerica se hace notorio con proyectos como el de los chilenos aludidos al principio de este párrafo o incluso los primeros trabajos de Soda Stereo.
- Uso de mucho reverb en la voz principal, afinada o no. En Volcán es un timbre además muy agradable, David Ospina conoce y emite una muy buena interpretación de sus melodías, ventajas supongo de ser el productor detrás de todo esto, además de ingeniero y compositor. A sus letras no les encuentro falla alguna, son claras, sin exceso metafórico, con una lúcida intencionalidad y funcionalidad musical.
- El uso del beat más que el riff, buscando generar groove y baile en el espectador, digamos la poética rockera del baile. El disco es baile en un 80%.
- Uso de los sintetizadores, en este caso particular podemos notar el uso del minilogue de korg, un sonido muy particular dentro de la escena nacional y presente mucho en Bogotá. Siento que a futuro puede ser un tema interesante de investigación a nivel tímbrico. Si quieren, pueden visitar el trabajo de Biselad, donde esa síntesis FM está muy presente.
- Influencias y presencias de otros géneros, en el caso de este disco, podríamos mencionar la presencia del surf, punk, punk medallo y música electrónica de baile con influencia del pop de blancos: Cut copy, The withest boy alive, Phoenix, entre otros.
En el asunto prosaico se puede notar la intencionalidad de llegar a un mercado muy específico, lograr una asimilación o respuesta positiva en personas que cumplan con algunas de las siguientes características:
- Criados con el rock en español
- Fuerte influencia de los últimos trabajos de The clash, el comienzo de Big audio Dinamyte, The cure, The police, Los saicos.
- Disfrute por el club tipo bodega donde se puede hacer tanto fiestas como conciertos, es decir escenarios híbridos.
- Portadas llenas de gran importancia simbólica. Es de recordar esta generación es la de los ilustradores, diseñadores visuales, hacedores de la imagen, en este caso la obra maestra fue realizada por Federico Fernández Gatner.
En el caso del disco aquí mencionado, se cumple esto y hasta más, particularizando canciones que rompen completamente con lo que el mercado actual postrockero nacional está tratando de imponer (intencionalmente o no), mucho uso del ruido. Las canciones a las que me refiero son: Humo al Aire, Leña al Fuego, donde el uso de field recording establece un primer escenario musical, el cual luego nos transporta a la música de cámara con la aparición de un cello, violín y viola, es decir, el cuarteto clásico de cuerdas más una guitarra fogatera; pero con gran influencia del postrock en el modelo del arpegio, muy cercano a discos como los de Grizzly Bears. Continuando con, para mí, la canción más emotiva del disco, la cual cada vez que escucho me saca una lágrima, es el caso de Olvidarme de todo con Oso Pardo (proyecto de Mateo Vanegas alias Margaro), una canción que además de estar hermosamente construida y unida por elisión al cuarteto de cuerdas, donde el clima de la finca es llevado al auditorio, otra vez nos invita a aprovechar la temporalidad y espacialidad mágica que ofrece el sonido, el cual nunca es estático. La segunda gran habilidad de la canción es la de invitar a conocer la obra de Oso Pardo, genera una gran curiosidad, y el final del himno de película con la banda completa sonando, el Volcán disparando amor por doquier en forma de música bellamente interpretada, nada mejor para lo que sigue.
En esta sección el disco ha dicho mucho, digamos ha llegado a su punto culminante o climática, clímax que llaman los músicos mañes ¡Je,je,je!
Con Ciegas visiones el disco toma una dirección más callejera, más punk medallo, más disonancia, más bajos surferos, con mucho pick o pajuela, compresión y baile.
Definitivamente es un disco que debe entrar a la historia del rock nacional como punto de mayor consolidación en el postrock colombiano.