Diana Medina y Violeta García son dos músicas que vienen de la academia para poner al servicio de la música, el arte sonoro. José Gallardo Arbeláez reseñó su más reciente encuentro auditivo y aquí está el resultado.
Por José Gallardo Arbeláez // @MuInmobiliaria
Siempre he pensado que la creación sonora radica en un interés por lo desconocido, por el espacio, espíritu y metafísica de lo que no podemos tocar; pero que nos afecta radicalmente. Ya decía Platón del peligro que podría generar la música/sonido a través de su provocación de sensaciones, reacciones y actos que no podían ser controlados. Por allá, cuando echó a los artistas de la polis y principalmente a los hacedores de sonido, que en ese momento podríamos sentirlos muy cercanos a la creación contemporánea: sin temperamento único, con fuerte influencia del ruido “natural”, corporalizado y de dinámicas alteradas. Siento yo que tal vez el mayor “peligro” es que no podemos cerrar oídos, pero sí necesitamos estar escuchando cosas para poder vivir.
Probablemente, el subtexto creativo de esta pieza llamada "Materia oscura" es la creación del universo, y lo que sonaba allí. Esta obra es una serie de composiciones, con alto contenido simbólico, donde podemos apreciar el arte sonoro al servicio de la música. Fue creado por Diana Medina en los procesos en vivo y Violeta García en el cello, dos grandes compositoras y artistas sonoras, que no temen componer música académica un día, tocar en una banda de punk al otro, e improvisar con gran fluidez, a través de sonidos, texturas, ruidos, juegos compositivos, que van más allá de las vanguardias, y categorías usualmente presentadas en los contextos más cerrados y académicos, así como en la república soñada de Platón.
Es de resaltar, que tal vez esta pluralidad de influencias, determine la duración corta de cada microrelato sonoro, un poco como las canciones de punk y hard-core que duran un minuto o dos, un deleite que te permite repetir y repetir hasta más no poder, cada una de las piezas o el disco entero, como una especie de alimento agridulce lleno de encanto en cada saboreada.
Me hubiese gustado tener un poco más de tratamiento granular y espacial en alguna de las piezas, tal vez para ampliar el campo tímbrico del cello y los procesos, dándole opciones a la chelista de reaccionar o responder en tiempo espacio de otra manera, además que podría desglosar otro campo de la Materia oscura.
Curiosamente este disco fue terminado quince días antes del confinamiento provocado por el covid-19, una especie de advenimiento a la nueva normalidad, una donde este tipo de sonoridades son más disfrutables y espero, más continuas.