El concierto de Roger Waters en Colombia fue teatro, cine, literatura y música. Un espectáculo condensado en tres horas, 21 canciones y un claro contenido político, humanista y revolucionario.
Por Alexander Múnera Restrepo // @_AlexanderM // 22 de noviembre de 2018
Parece que once años hubieran sido más que suficientes para que Roger Waters no quisiera esperar un segundo más y cual reloj suizo, a las ocho en punto de la noche, la pantalla de 72 metros de largo que recorre todo el escenario, empieza a reflejar las primeras imágenes, se trata de una mujer que está sentada en una playa mirando la mar, dando la espalda al público, abrigada con una chaqueta y una bufanda en la cabeza.
Fueron 20 minutos, en los que no se vio más que aquella dama contemplando el paisaje. La primera lección de la noche que daría el músico inglés, en estos tiempos de acelere y desesperación, donde todo se quiere al instante, el fundador de Pink Floyd nos sugería la calma, la espera, la quietud, el misticismo.
Y como de semejante trance no se puede salir abruptamente, entonces los primeros tracks con los que nos saludó fueron Speak to me y Breathe, para ir en crescendo y repasar canciones de los discos “The dark side of the moon”, “Meddle”, “Wish you were here”, “Is this the life we really want?" (el más reciente disco de Waters), hasta llegar al culmen de la primera parte con “The wall” y los temas The Happiest Days of Our Lives, junto a Another brick in the wall pt. 2-3.
Fotografía de @alvarado- MOVE Concerts Colombia
Justo en ese momento, acompañado de 20 niños del Colectivo Mov-Tómico, grupo de danza infantil de la Fundación Crea de Idartes, el músico británico nos invitó a romper el muro y resistir a los malos gobiernos, al racismo, la internet y su gran hermano, a las guerras… Y a ser, por encima de todas las cosas, humanos.
En la segunda parte del concierto, llegó todo el simbolismo de la obra literaria de George Orwell con su libro “La rebelión de la granja”, y el disco “Animals” apareció en su máxima expresión proyectado no solo en las canciones Dogs y Pigs (Three different ones), sino en la gran pantalla con la caratula del álbum, la representación de los animales de la granja haciendo un brindis, al cerdo manda más personificado en Donald Trump y un globo en forma de puerco proponiendo rescatar nuestra humanidad.
Fotografía de @alvarado- MOVE Concerts Colombia
Luego, en medio de la luz pixelada de una luna casi llena y con un cielo despejado, arribaba el cristal de “The dark side of the moon” con la concentración de sus colores, para dejarnos a todos atónitos y despertar una vez más nuestros sentidos. Un discurso en pro de la educación pública y dos frases contundentes, una dicha: “Los préstamos estudiantiles significan esclavitud eterna” y otra reflejada: “Necesitamos más educación”.
Fotografía de @alvarado- MOVE Concerts Colombia
Broken Bones, al lado de Comfortably numb, fueron las canciones de despedida de un show en el que cada imagen, cada nota, cada movimiento de las coristas, cada objeto puesto en escenario o alrededor del estadio, la distribución del sonido para que sea envolvente, todo… fue premeditado, nada fue pensado a la ligera.
Quedamos todos tan satisfechos y movidos, que a las 11pm, tres horas después del primer audiovisual, nadie (o al menos yo no lo escuché) pidió otra, todos supimos que ese era el final, un gran final, porque esa mujer, la que al principio parecía estar viendo la mar muy tranquila, que luego en otras escenas se veía atormentada y triste por la pérdida de su pequeña hija, apareció de nuevo para que todos viéramos el reencuentro con su chiquita, quien no había hecho otra cosa más, durante todo el concierto, que jugar con la arena en la playa.
Fotografía de @alvarado- MOVE Concerts Colombia
Censuraron la presentación del venezolano Paul Gillman en Rock al Parque por ser “simpatizante” del régimen en su país y prohibieron el concierto de Marduk por ser “satánicos” y tocar black metal; pero luego de ver a Roger Waters, todo parece indicar que se equivocaron de espectáculos, pues seguramente esas presentaciones hubieran sido más "inocentes" que el concierto punzante, social, político y resistente, que vimos más de 30 mil personas la noche del 21 de noviembre de 2018 en el Estadio Nemesio Camacho El Campín.
Fotografía de @alvarado- MOVE Concerts Colombia