Ha finalizado la edición No. 14 de Altavoz Fest y por eso nos dimos a la tarea de plantear 10 reflexiones a partir de lo vivido entre el 4 y 6 de noviembre de 2017 en el sector del Cincuentenario.
Por: David Medina y Santiago Arango
1. El retorno del festival a la Zona Norte de Medellín representa una elección estratégica e inteligente que ofrece muchas oportunidades y brinda facilidades al público asistente. La cancha auxiliar de Cincuentenario alojó en varias versiones el recital y su regreso al sector lo constituye en un referente para el mismo; dicha zona ofrece facilidades para el transporte, el lugar está a menos de 30mts de las escaleras de la estación del Metro Universidad, está cerca de quioscos de comida muy baratos. Además, es cercano a los barrios populares donde viven más de 1 millón 300 mil habitantes de Medellín, asunto que es relevante porque se trata de dos zonas muy pobladas y llevar el festival a la Noroccidental y Nororiental es la posibilidad de acercar más a las comunidades. El acierto por el regreso a este sector de la ciudad se vio reflejado en la masiva asistencia que, todo sea dicho, nunca se logró en el Aeroparque Juan Pablo II.
2. La produccion técnica de tarimas, techos, luces y pantallas cumplieron con estándares de festivales de primer nivel. El tiempo de cambio entre las bandas se acortó, el trabajo de Backline y los roadies fue óptimo.
3. La adaptación que hicieron del Estadio Cincuentenario y la cancha auxiliar fue creativa, aprovecharon muy bien los espacios, la posibilidad de transitar entre ellos se facilitó, corta y con buena señalización. Hay que destacar el uso de los pisos en ambos escenarios. Las tribunas fueron subutilizadas, ni la prensa podía acceder a ella para tomar fotos con una visual única. Y si algun periodista se atrevía a subir, de inmediato lo bajaban groseramente los logísticos de la empresa VIP.
4. En efecto, algunas personas -no todas, ojo- del personal logístico fueron groseras y no sabían ni pedir el favor; varios periodistas que estaban haciendo registro fotográfico intentaron tomar fotos desde las gradas pero los bajaron como palo de mango en plena calle: "A piedra"; les decían: "Ey, te tenés que bajar"; es decir, no tenían la delicadeza de decir: "Hombre, aquí no es permitido subir para hacer imágenes, por favor, ayudame bajando a la zona de prensa".
5. La curaduría del festival fue avalada por el público. Hay que destacar el riesgo de su director artístico Felipe Grajales con grupos poco propuestos en el cartel histórico y que este año se salieron de sonidos tradicionales: Mujercitas Terror (Argentina), Ava Rocha (Brasil), Descartes a Kant (México), Kombilesa Mi (San Basilio de Palenque) y Acid Yesit (Pasto), son muestra de ello: pasajes noise, universos ruidosos, coquetería jazz, rap raizal, experimentación sin titubeos, teatralidad como puesta escénica, obras instrumentales...
A su vez, hay que decir que bandas como Todos tus muertos quedaron en deuda en un show volátil y del que se esperaba más; conciertos como los de Satyricon (Noruega), KDH (Medellín), Nervosa (Brasil), Alia Aka Mind (Colombia), Knives (Medellín), Los viejos (México), Militantex (Medellín), Strife (USA), Ruido Selecto (Medellín), entre otros, respondieron a un público ávido de sonidos y bandas que no pasan desapercidas en este tiempo de la llamada hipermúsica.
6. La Policía Nacional es cada vez menos necesaria en el festival, su presencia puede ser útil a la salida de los conciertos en la noche para seguridad del público. En general, los asistentes a Altavoz Fest se destacan por ser tranquilos, no van a pelear.
7. Hay que aplaudir la presencia de niños, niñas y familias completas. Altavoz no es juvenil, es intergeneracional. Ojalá se amplie el rango de edad o que se omita ese criterio. Sería ideal ver más niños y niñas, más familias que no tengan que conseguir quién les cuide a sus hijos e hijas pero que, por ejemplo, encuentren una ludoteca o una programación especial para sus hijos. Festivales como el Primavera Fest tenían una programación para niños y sirven de ejemplo local, aunque en el mundo también hay otras experiencias para aprender.
8. Los intercambios con festivales locales, departamentales y nacionales son fundamentales para Altavoz. Eso posibilita la circulación, el fogueo y la consolidación de proyectos sostenibles que construyan sus propias audiencias.
9. Hay que destacar la invitación a proyectos productivos de mujeres y familias. Aunque poca variedad en la comida, muchos sanduches, hamburguesas y perros, es necesario que el festival siga impulsando las economías populares; incluso, Altavoz podría promover hábitos saludables de alimentación con la vinculación de la Secretaría de Salud; de otro lado, se necesitan más canecas de basura y más conciencia de la gente, pero el lugar es hermoso. Provoca recorrerlo, sentarse, conversar. Es un buen lugar de encuentro en torno a la música.
10. También hay que resaltar las tiendas con camisetas, zapatos, discos, los emprendimientos en torno a la música; ahora, somos tímidos como vendedores, se exhibe la oferta pero no hay creatividad a la hora de hacerlo y es algo que se puede explotar.
Bonus tracks:
- La estretagia digital de comunicación de festival fue muy tímida, se centró en Facebook y desaprovechó otras redes sociales como Instagram y Twitter; a su vez, no exploraron el lenguaje de las infografías, los foros y otras herramientas.
- La zona de prensa fue estrecha y competía con el sonido del escenario principal. Hay que replantearla y enriquecerla para la próxima edición.
¡Nos preparamos para la edición No. 15 de Altavoz Fest en 2018!
Foto: Camilo Díaz.