Se realizó otra versión del “Más que sonidos” en Guatapé y a pesar de sus dilemas financieros y de parrilla de último momento, este año, el festival sigue confirmando que es uno de los más importantes del oriente antioqueño.
Texto: Alexander Múnera // Fotos y video: Santiago Arango
¿Se imaginan un fin de semana de diciembre en un municipio como Guatapé? Sí, así estaba, atiborrado de gente y engalanado con las luces de la temporada. Cuando llegamos, los buses parqueados, los turistas caminando por las calles empedradas y un cielo despejado nos hacían soñar con un festival de asistencia masiva y un clima inmejorable.
Pero poco o nada de eso pasó, el día soleado se transformó en un monstruo gris que dejó caer sus aguas desde más o menos las cuatro de la tarde hasta casi el final del último acorde, y pocos turistas se arrimaron a ver las bandas que formaban el cartel de la VIII edición del “Más que sonidos”.
Ese panorama parecía corresponder a los demás traspiés que había tenido el festival a lo largo de su planeación: Merma de presupuesto, cancelación a última hora de dos bandas y a falta de una eucaristía, dos para este año, es decir, había que parar el desarrollo del recital más tiempo del esperado.
Sin embargo, las ganas y el espíritu guerrero de sus organizadores pudieron más y la historia del festival “Más que sonidos” de Guatapé, escribió otro capítulo en su bitácora de viaje. La energía y la amabilidad del staff fueron iguales, las de siempre, las que nos hacen viajar cada año a vivir un evento que se mantiene y crece, a pesar y a favor de todo.
La promesa de finalización era a la 1:30am; pero en el fondo sabíamos que podía ser fácilmente hasta más tarde, y así fue, a las dos de la mañana, el “Tropikalismo salvaje” de Jaibanakus cerró oficialmente la versión 2016 del festival.
Pero antes de ellos y rescatando la impecable curaduría de este año, pasaron por la tarima del “Más que sonidos” Sforzando que desde Caldas, prendió los motores del festival con metal; luego le siguió Wanady aportando su cuota reggae; más tarde llegó Gavilla Changoreta para descontrolar los oídos de todos los que estábamos en el parque principal del municipio; Casket Grinder volvió a prender la antorcha del metal, esta vez con death y Asuntos Pendientes demostró por qué fueron unos de los protagonistas del 2016 en muchos festivales del departamento, incluyendo Altavoz Fest.
Nos fuimos de remate y la luz del día casi nos descubre. Llegamos al hotel, dormimos y la conclusión del desayuno fue la misma, que esbozamos al bajar del bus ese sábado, ¡qué bueno el “Más que sonidos”, qué bueno haber ido, qué bueno que se hizo, qué bueno la constancia y testarudez de sus organizadores, qué bueno el rock and roll y todo lo que provoca!
Revivan con nosotros en imágenes esta edición 2016 del Más que sonidos. HagalaU, ¡presente!