Es fácil aseverar que Sepultura es la banda de metal más importante de Latinoamérica, con 36 años de historia, 15 álbumes y giras por todo el terráqueo, la agrupación se hace casi indestronable. Y al parecer, con Quadra, su nuevo disco lanzado a principios de este año, lo sustenta con creces. José Gallardo Arbeláez nos presenta sus impresiones alrededor del mismo.
Por José Gallardo Arbeláez // @MuInmobiliaria
Siempre me ha parecido juguetón el hecho de que los metaleros sienten cierto enamoramiento por la música que popularmente llamamos clásica, y que en términos “técnicos” se denomina de práctica común, es decir la producción que ha sido registrada, revisada, manoseada y hasta vilipendiada por los músicos, entre 1600 y 1900, ese período en particular se inaugura con el más metalero de todos, Bach; cumple con todo: Alemán, músico, intelectual, adicto a la creación, virtuoso, técnico a morir.
Así suelen ser las producciones europeas de metal virtuoso, ese que casi siempre habla de elfos y hadas, con espadas llamadas sargatanas y parecen más un videojuego tipo Zelda, que metal, un adjetivo que me gusta usar para las cosas fuertes, ruidosas, ásperas, lisas y frías, pero que nacen de la pasión condensada en un par de power chords.
Nada de eso hay en Quadra, el disco publicado el 7 de febrero de 2020 por la banda brasileña Sepultura. O mejor dicho, sí lo hay pero llevado al territorio donde nace, es nueva música contemporánea brasileña, comparable con Heitor Villa-Lobos. Expondré mis puntos:
1. Uso de la orquesta sinfónica como fuente tímbrica de pequeños grupos y sumatoria de masa, con gran presencia de gestos dinámicos oblicuos, contrapunto tímbrico, incluso técnicas expandidas de instrumentación.
2. Uso de referentes brasileños para el relato, Quadra significa en el argot popular la cuadra, el barrio, tu pandilla, tu parche, esto involucra un interés por dialogar con el universo desde lo micro, desde lo subjetivo, lo individual sintiéndose parte de un todo.
3. Uso de formas clásicas, un ejemplo perfecto lo encontramos en Guardians of Earth, una pieza que comienza con casi un preludio escrito por Villa-lobos, Carlevaro o Brouwer, lleno de color, nuevas maneras de hacer las cosas viejas, como los arpegios, la melodía acompañada y luego la entrada de la orquesta, es un primer tempo de sonata clásica con materiales musicales/sonoros del siglo XXI.
4. Es un disco pensado como una obra completa de arte, es una nueva arqueología de lo sensible en la banda.
5. Tiene piezas que nos recuerdan sus épocas más thrasheras, dignas de un buen masaje en el cuello producto de volear mecha.
Dicho esto, los invito a que se pasen la oreja u orejas por esta gran pieza.