52 grupos residentes de municipios como Rionegro, La Ceja, Granada, El Peñol, Marinilla, El Carmen de Víboral y Guarne, todos del Oriente Antioqueño, fueron los que se presentaron a la convocatoria del Rock al Río 2008, un festival de rock and roll realizado en el municipio de Rionegro desde hace tres años.
Músicos como Chalo (baterista de La 45), Julián de Darkfall o Juan Carlos Sánchez (baterista de Nepentes), también hicieron caso al llamado de Rock al Río el sábado 15 de noviembre: conversando con sus colegas, disfrutando del pogo, reconociendo otros sonidos y valorando la música de este lado del departamento.El sexto grupo de la jornada fue Magdalena, una banda de rock pop de seis integrantes y el único con dos mujeres en su formación. Acto seguido tocó Ruina Activa, grupo que cantando en contra del imperio Yanqui consiguió que algunos punkies se subieran a la tarima y corearan con ellos sus canciones, cerrando su presentación con “ellos dicen mierda y nosotros amen”, un cover de La Polla Records.
Dexteram, a la diestra del thrash metal como ellos mismos lo anunciaron, impactaron con este género en el festival y ayudaron a que el clima otra vez cambiara: nubes dispersas y cielo despejado.
Juan Córdoba, guitarrista y vocalista del grupo dice lo que piensa acerca de la descentralización de los festivales: “eso es muy bueno porque antes no se creía en las bandas de los pueblos y ahora las bandas de los pueblos tenemos mucha talla”.
Regresó otra vez el punk con La Carabina y con éste las letras sociales y reflexivas. La penúltima banda fue Nightmare quienes se subieron un poco retrasados al escenario, pero las disculpas fueron ofrecidas con un heavy que caló lo suficiente como para que al termino de su show la gente pidiera otro canción.
Para concluir el primer día de presentaciones estaba en el libreto Nadie, banda que estrenó bajista (Caliche, también de Nepentes y La cuerda floja) y que con un toque limpio y lleno de canciones conocidas pusó a poguear y brincar a sus seguidores, ignorando el frío y el agua que en ese instante caía en Rionegro.
La jornada se acabó como empezó: oscura y con lluvia. Ya las montañas no se veían, la temperatura seguía baja y las giros de la carretera aunque mi vista no los percibía muy bien, se sentían en la inercia que provocó el bus en mi cuerpo; terminé entonces regresando a casa algo mojado, cansado y con muchos sonidos en la cabeza.
Rock al Río como un festival emergente deja varias enseñanzas para toda la escena rockanrolera de Antioquia: Primero, que no es necesario contar con los equipos más sofisticados del mercado para montar un festival de rock. Segundo, que la descentralización de los festivales es importante para un circuito que necesita crecer y fortalecerse como tal. Tercero y último, que cualquier concierto gana cuando es acompañado de un componente (social y/o académico) y que vaya más allá de la música por la música.