Por: Alejandra Mejía
Una escena que se mueve desde el traslúcido verde de una botella de vino, hasta la espesa escala de grises de una tarde nublada, todo esto interrumpido de vez en cuando por flores de una exquisita primavera, huele a verde, a bohemia, a pasado y se siente uno situado en una atmósfera de atractiva humedad. Puestos ahí, cinco personajes cubiertos por paños, opales, linos u otros tejidos planos en los cuales es característico que se cosan prendas como sacos tipo blazer, chalecos, camisas que construyen aparentemente una mirada muy formal.
Paloma, una de las voces, tez muy suave con un pícaro estilo pin up, reforzado sutilmente con el aire femenino un poco recatado o discreto de los años 50. Una escena no retro totalmente, que se dinamiza con sus mezclas atrevidas de converse con pantalón de paño, contrastes de claro oscuro matizado por rojos que aparecen en accesorios decisivos como corbatas muy delgadas, corbatines y tirantes.
The Kurtiz Band sensaciones oscilantes, intensas, la onda en su máxima amplitud que se manifiestan con sonidos puestos cuidadosamente uno sobre otro. Una banda influenciada por la melancolía de Radiohead y los sonidos divertidos de los Beatles. Resultado: canciones tristes irónicamente felices.
En la banda cada uno de sus integrantes muestra su individualidad, su esencia, el movimiento de su pensamiento; sus dudas existenciales salen a flote en una serie de sonidos que de manera experimental se fusionan, y al escucharlos despiertan la curiosidad, luego te atrapan y te mantienen en esa atmósfera húmeda que poco a poco se evapora y consigue llevarte hasta un ambiente mas cálido
Personalmente y haciendo caso a mi delirio por el pasado, esta banda me transporta, me emociona. Mis sentidos se interiorizan y posibilitan un éxtasis de grata melancolía, completan mi imaginario lugar en el tiempo y en el espacio. Un tiempo para mí especial, un tiempo con sabor a época en la contemporaneidad, que es su toque de autenticidad.