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Antes de hablar, o mejor dicho, de escribir sobre si existe un circuito Pop en la ciudad, habría primero que remitirse a los antecedentes, y por eso esta parte, será dedicada precisamente a eso: a escudriñar un poco en la historia Pop de Medellín.
Rastrear el Pop en Medellín como tal, se hace un poco engorroso, pues pocas bandas se han dedicado a tocar con todos los parámetros que el género demanda. Sería un paso más fácil entonces, hablar de industria Pop, entendida como lo comercial o lo que se hace para vender.
Gabriel Villaroel habla de que en el rock autentico nace en la calle, natural, con música apasionada y honesta (sin artificios). Lo que ocurre es que en ocasiones eso también vende y se cae en las garras del mundo corporativo.
Algo muy parecido a lo que le pasó a bandas como Juanita Dientes Verdes, Estados Alterados, Bajo Tierra, Kraken, entre otras… Que a finales de los 80’s y principios de los 90’s tuvieron gran acogida por parte del público y consiguieron contratos con disqueras nacionales.
Sin embargo, esto no duro mucho, pues los grupos hacían su música sin admitir las sugerencias de nadie y los resultados en la mayoría de los casos, según los cánones de las disqueras y las emisoras comerciales (que funcionan en su mayoría influenciadas por MTV o la revista Billboard), no eran radiables y por ende tampoco lucrativos.
Explicándolo mejor, no se es, ni se era banda Pop, simplemente por firmar con una productora, ya que si no seguían las directrices de esta última, seguramente sí iba a gustar, pero no a la cantidad de gente deseada por la industria. Se es Pop cuando escribes y compones con la intención de gustar y vender, cosa que no hicieron estos artistas.
Es así que, el Pop más que un género musical es una industria. Tiene, sí, una forma de hacerse; pero lo que hace que una canción pegue es la sobre exposición en los medios, su comercialización. Y esto con los grupos locales, nunca o casi nunca se ha visto.
Por eso, estas bandas (las aludidas anteriormente), que fueron leyendas para muchos, no duraron más que un par de años con las grandes productoras, ya que prefirieron cantar y tocar a su manera que volverse Pop, o sea, tocar y hablar de lo que sus sellos les exigieran.
Y es que por mucho tiempo se creyó -de hecho algunas bandas todavía lo piensan así- que si se sonaba en alguna emisora o se participaba en x ó y festival, el grupo perdía credibilidad ante sus seguidores y las otras bandas, o como diría el común de la gente, se “caspeaba”
Todo esto forjó un radicalismo que no sólo se evidenciaba en la actitud tomada por las bandas – de no querer sonar en radio-, sino también en los géneros: había que escucharse fuerte y entre más, mejor. Era una cosa casi marginal, como dice el libro Medellín en vivo. La historia del rock:
“El marginalismo se da como expresión de una actitud radical y contestataria ante todos los aspectos de la cotidianidad. Además, en el campo del Rock se expresará en un populismo muy fuerte que hace suponer que los grupos auténticos deben ser pobres, sin educación musical, sin sentido profesional, sin dinero de por medio, sin apelación a los medios masivos de comunicación y con la concepción excluyente de que a los conciertos… es mejor que vayan cien personas con conciencia, que no mil que no saben qué van a ver…” (p. 22).
A finales de los 80’s las fronteras del rock se aclaran un poco y se aceptan tendencias en la ciudad como el New Wave (nueva ola), Hip-Hop, Techno, Industrial, Gótico, entre otras. Tomando conciencia entonces del asunto casi una década después, promulgaron un estado universal del rock, trabajando por la tolerancia y el respeto entre las bandas y el público. (URAN, 1997: 57)
En Medellín, como en el resto del mundo, con el New Wave se identificaban más las clases de estratos medios – altos “enmarcados en un esquema narcisista, existencialista, de rumba, esnobista, apolítica, ‘de no compromiso’ con temas sociales, efímera, desencantada, consumista, neutral, amorfa, individualista y cosmopolita…” (URAN: 129) [1]
Fueron tendencias como ésta, con conceptos musicales más tranquilos (aunque no menos virtuosos), con una ideología menos comprometida con lo social y más abierta a otras estéticas no solamente sonoras, sino también plásticas; que permitieron pasar su música en los medios masivos, y a algunos, no les disgustaba el hecho de ganar dinero por medio de su arte.
De igual manera el Rock comenzaba a dejarse permear por la industria, así que empezaron las llamadas “fusiones” con ritmos tradicionales para hacer las canciones más audibles y, claro, más comerciales. Sin embargo, generalizar sería un error, ya que si bien hubo grupos con esta idea, como Ekhymosis, que puede ser el ejemplo más claro, en otros casos, como Aterciopelados (grupo nacional), tales exploraciones o fusiones sonoras, hacían parte de su evolución.
Por tanto Ekhymosis, en los 90’s, fue una de las primeras bandas locales que se acopló a esa metodología de trabajo: donde la disquera intervenía en la fase de composición y montaje de las canciones, convirtiéndose entonces en un grupo Pop, no necesariamente por su sonido, sino por la forma de lograrlo.
Se puede concluir esta parte diciendo que existió o tal vez aún existe cierta contradicción en la ciudad con respecto a géneros musicales que venden, pues aunque el Pop es el género comercial por excelencia, aquí pocas bandas se dedicaron o dedican a esta tendencia y las pocas que hay no las prensan.
Es decir, existen bandas y artistas con intenciones Pop en la ciudad, como por ejemplo Camilo Corazón Pop o Entre tres; pero por ser bandas “poco” conocidas, no se les da un apoyo y acompañamiento sostenido desde los medios de comunicación tradicionales y las empresas productoras, y sin esto último, es muy difícil que haya una industria musical para este género en Medellín.
[1] URÁN Omar. Medellín vivo. La historia de rock. Ed. Corporación Región, IPC y Mincultura. 1997, Medellín. P. 129