El Fan Fatal: una vida entre canciones y sueños sonoros

Periodista, músico, rockero, melómano y radioadicto”, así lo describe la biografía en su libro Medellín en canciones. La vida de Diego Londoño siempre ha estado rodeada de música pues desde pequeño su abuela le enseñó a cantar y le inculcó diferentes géneros. En su búsqueda por conservar la memoria sonora es como llega a escribir la biografía de Rodolfo Aicardi, un homenaje a su vida y obra, un libro que refleja el impacto de su música en la tradición sonora colombiana. A propósito del lanzamiento del libro, en HagalaU hablamos con el periodista y escritor sobre su vida, la música y lo que lo inspiró a escribir este texto.

Por: Katerine Chavarriaga Cuartas // @KatyChC || 25 de octubre de 2018.

En el Centro Cultural de la Facultad de Artes de la Universidad de Antioquia en el barrio Carlos E. Restrepo, está ubicada la cabina de Radiónica Medellín. Al entrar se ven dos puertas, la primera a la izquierda es un cubículo pequeño y a la derecha, la entrada a la cabina principal que consta de siete micrófonos y una consola. Diego se encuentra sentado al frente de un micrófono, dos pantallas de computador y una diadema colgada en el cuello dirigiéndose a su público. Está al aire.

Su vida transcurre entre la emisora, el programa de televisión que presenta en el canal Tigo-Une llamado “El Retrovisor”, pensar en un tema para su columna semanal en el periódico El Colombiano y la escritura. Se levanta a eso de las 3:40 de la mañana. a escribir, porque considera que la madrugada es el mejor momento para hacerlo. Antes de salir para Radiónica lo primero que hace es anotar en una libreta todo lo que tiene que hacer y después las tacha “con rabia y felicidad”. En su casa mantiene papeles pegados en todas partes, el libro de Los Yetis, por ejemplo, lo organizó en una pared.

Puede dormir hasta cuatro horas diarias y mientras está al aire trabaja muchas cosas diferentes. Cuando no está en la cabina se va a escribir, generalmente escribe hasta las 7 u 8 de la noche y entre las 8 y 10 se dedica a montar bicicleta. Los fines de semana los usa para ir a conciertos, dormir, descansar y estar con su familia.

Con 29 años, tiene tres carreras iniciadas: Ingeniería civil y filología -sin terminar- y Periodismo en la Universidad de Antioquia. El Fan Fatal, como es conocido en sus redes sociales, ha enfocado su vida en la música. Considera que su conocimiento ha venido de forma natural. Su día a día transcurre entre canciones, en las mañanas se le puede escuchar en la radio y ver en la televisión; y en las tardes puede pasar horas escribiendo.

Diego siempre pensó que su vida tomaría un rumbo diferente, pero entre los ires y venires, se encuentra con una carrera que le ofreció oportunidades que nunca esperó tener. El periodismo llega a él de forma inesperada y en él encontró el balance perfecto con su otra pasión: la música.

En Radionica realiza tres programas: Días de radio, Demo estéreo y La Palabra. Además tiene la columna semanal en El Colombiano, escribe para un diario de música y cultura español llamado Zona de Obras.

No se considera escritor, más que una profesión lo ve como un pasatiempo, una parte de su vivir. Sus tres libros: Los yetis “una bomba atómica a gogo”, Medellín en canciones y su más reciente obra Rodolfo Aicardi: El ídolo de siempre nacen como una necesidad de crear memoria. pues consideraba que la música en Medellín carecía de historia, de igual manera sentía que tenía una deuda con la ciudad.

Tocó la guitarra y la armónica desde el 2008 hasta el 2017 en Unos Vagabundos y a pesar de que decidió salir de la agrupación para dedicarse a su vida periodística, Diego no ha dejado de hacer música.

 ¿Siempre quiso enfocar su carrera en la música?  Sí, yo vengo haciendo música desde que era chiquito. En la casa siempre ha estado presente, empecé a tocar instrumentos musicales, primero la guitarra, luego el violín. Era algo permanente en mi vida, desde pequeño mi abuelita me enseñó a cantar, me mostró tangos, escuchaba Radio Reloj, es decir, tengo una cercanía muy fuerte con la música vieja como la llaman por ahí. Debido a eso comencé a hacer canciones, luego a tocar en bandas de rock, de punk, a los 13 años tocaba en festivales y era muy punkero. Mientras estaba haciendo otras cosas, la música siempre estuvo ahí; escuchar las bandas, emisoras. Cuando inicié Periodismo, me pareció que podía explorar un campo que no era tan usual aquí, que era el periodismo especializado en la música, sobre todo en el rock.

Durante sus años como estudiante de periodismo, él enfocaba todos sus trabajos a la música sin importar la materia que fuera. Al no existir una especialización él decide hacerlo de manera intuitiva: yendo a conciertos, escuchando, escribiendo y leyendo diferentes autores. Esta experiencia le permite encontrar gente trabajando por sus mismos ideales, quienes le han ayudado a hacerse un camino. En el periodismo y la música encuentra sus dos pasiones de vida y ambos pasan a ser mucho más que un trabajo.

¿Siempre le gustó escribir? Sí, siempre hubo una cercanía, desde el colegio, aunque nunca imaginé estar en donde estoy. Siempre fui el carretudo, así que cuando escribía, escribía mucho. Cuando ponían un ensayo yo me volaba a hacerlo y nunca lo hacía de una manera consciente, siempre era un disfrute.

¿Qué lo inspira a escribir sus libros Los yetis una aventura a gogo, Medellín en canciones y Rodolfo Aicardi: El ídolo de siempreLo que me inspiró fue una necesidad de memoria. Muchas veces quería leer sobre la historia de la música en Medellín y era muy poca la información que encontraba. Sabía que había una ausencia de ella, esa necesidad de saber qué pasó o qué ha pasado. El libro de Los yetis salió porque sentía que había que hacerle un homenaje a esos abuelos haciendo rock n’ roll con 80 años. Le prestamos mucha atención a las bandas de afuera y a lo nuestro no. Ellos abrieron esa brecha para poder decir que se hace una distorsión en Medellín, que hay guitarras eléctricas, que hay rock n’ roll. Siempre he estado muy ligado y tengo un amor profundo por Medellín y por su música, entonces era una deuda, me decía “yo creo que tengo que hacer esto”.

De Rodolfo, me inspiró el no dejar morir la música ni la tradición del parrandero, hacerle un homenaje justo a un personaje que nos ha regalado muchas alegrías y ayudarle a entender a todo el mundo el gran valor cultural y musical que tenemos y que quizás no hemos percibido. En Colombia tenemos demasiada riqueza y no nos hemos dado cuenta y también es importante dejar guardada esta historia de manera cariñosa para las nuevas generaciones.

¿Qué pasa con Medellín en canciones? Con Medellín en canciones es igual, era tratar de rescatar la historia de la ciudad a partir de la música y de las canciones, para que no se pierdan y para que las futuras generaciones tengan insumos para poder reconocer su historia, saber de dónde vienen todas estas cosas. Esa es una de las intenciones que tengo, la memoria, esa palabra me parece muy importante.

¿Cuál es su rutina como escritor? No siento que tenga un talento para escribir, mucha gente nace con el talento y no tienen que matarse. En mi caso, si he tenido que hacerlo. Yo sé que un escritor es el que escribe y yo lo hago todos los días de mi vida y me siento mal cuando no puedo hacerlo. Para mí es como respirar, necesito hacerlo y mi ejercicio profesional también requiere de ello. A la hora de escribir, tengo unos ritos, cuando uso las gafas siento que escribo mejor, cuando no me fluye la escritura me lavo las manos. Durante la noche o en la madrugada antes de ir a trabajar siento que me funciona mejor, en las tardes me da más dificultad, a pesar de que actualmente es la única opción que tengo. Soy muy meticuloso a la hora de detallar, me gusta la construcción de los personajes y ser muy observador.

¿Hay otros libros en sus planes? Sí, hay uno que ya está listo y otro que está en planes. El primero se llama “Cuando la vida se hace canción” son historias y perfiles de músicos colombianos como Camilo Suarez, Fabio Garrido, Esteman, Ramiro Meneses, Andrea Echeverri, Fruko, Lucho Bermúdez, entre otros. Son alrededor de 50 historias de músicos de todos los tiempos. Y el segundo se trata de la biografía de Fruko y está en etapa de desarrollo.

Usted promueve mucho la música local y de hecho forma parte de la escena, ¿hay alguna banda en especial que le guste mucho? Son varias… Señor Naranjo, Frankie ha muerto… I.R.A. -yo crecí con I.R.A- esta banda ha marcado toda mi vida…

¿Por qué? Porque crecí parándome el pelo y escuchándola, patinando por toda la ciudad, en las bandas que armaba, hacía covers de ellos. I.R.A. ha estado presente siempre, no lo había pensado tanto…

Entonces, esa sería LA banda… Pues esa es una de ellas, lo que pasa es que I.R.A. hace parte de un pasado muy bonito, pero hay unas que ahora están haciendo cosas que me llaman mucho la atención: Señor Naranjo, Jaibanakus, Inwaves, Parlantes, Puerto Candelaria…

¿Cuál es la banda que no puede faltar en su lista de reproducción? En este momento de mi vida, se llama Vetusta Morla. Me cambió la vida porque llegó en un momento inesperado, no pensé que existiera una banda así. Cuando los vi en vivo me volaron la cabeza y lloré mucho porque con muchas de sus canciones resuelvo muchos dilemas. Así no crea, es muy extraño que haya canciones que le ayuden a uno a tomar decisiones, y eso me pasa con Vetusta. Ellos tienen sus letras y su arte es encriptado. No dicen nada directo, es pura poesía, metáfora y yo lo entiendo como a mí me parece y eso es muy bonito. Creo que el concierto de Vetusta o The Addicts en Altavoz y el de Blonde Redhead en Rock al Parque, han sido los mejores conciertos a los que he asistido.

Ahora que hablamos de usted como fan, ¿Por qué “El Fan Fatal”? Hay una canción de Alaska + Dinarama que se llama “El fan fatal” pero resulta que un día me leí un libro que se llama “Clock around the rock: crónicas de un fan fatal” de Sandro Romero Rey. Cuando lo leí me quedó sonando, un día me lo encontré en Bogotá y le dije que quería que mi twitter fuera así y él me dijo que no había problema. Al principio mi espacio en El Colombiano decidí llamarlo “Música Somos” pero me sugieren que lo llamara como el twitter, que iba a ser un éxito y yo dije que bueno, así nació El Fan Fatal. Yo no me puse esto como un apodo y no esperaba que nadie me llamara así, pero la gente lo empezó a hacer.

¿Cómo llega a escribir su columna para El Colombiano? Con El Colombiano siempre ha existido una relación cercana. Cuando ellos se dieron cuenta de que escribía sobre música, me pidieron que abriera un blog al que llamé “El Fan Fatal”. En otras oportunidades me pedían que escribiera sobre algún tema y yo lo hacía. Después me escribieron para hablar sobre Cerati cuando se murió. Estando allá una vez para una entrevista, se me acercó Sebastián Aguirre el editor de tendencias y me dijo que querían que fuera uno de los columnistas y yo dije que de una. Eso fue hace más o menos cuatro años y desde ese momento he escrito una columna semanal. El problema no ha sido escribir la columna cada semana si no saber sobre qué escribir, encontrar un tema para cada ocho días es la cosa más difícil del mundo.

¿Y a Radiónica cómo llegó? Lo de Radiónica fue porque hice las prácticas acá, es la emisora que yo siempre escuchaba. Cuando estaba en la Universidad se me presentó la oportunidad de preguntar si había alguna posibilidad de hacer las prácticas y me dijeron que no había practicantes nacionales. Hablé con la universidad, en Bogotá y abrí la posibilidad de ser el primer practicante de Radionica a nivel nacional. Hice cosas que creo que otra persona no habría hecho para estar acá. Cuando terminé la práctica me quedé, hubo muy buen feeling. El cuento con la emisora es un amor a primer oído, es como sentirse en casa. Estar trabajando aquí es cumplir sueños sonoros, que nunca pensé cumplir.

¿Una anécdota en su experiencia como fan o como periodista que le gustaría compartir? Yo me dañé una rodilla en un concierto de I.R.A. en los inicios de Altavoz en el 2004, esa historia yo la he escrito un par de veces. Cuando llegué estaba tocando Frankie ha muerto. Estaba muy chiquito y me tocó en las graderías ahí en la Macarena, la entrada era con un juguete y a mí me gustaba mucho I.R.A. Cuando empezó una canción que se llama “Mente política” y tenía muchas ganas de saltar abajo a la arena a la que todos se estaban tirando y me tiré. Cuando lo hice caí muy mal y me estaba doliendo demasiado y unos policías llegaron a sacarme porque eso no estaba permitido y otros punkeros comenzaron a halarme al otro lado y finalmente me sacaron. A pesar de que estaba con un dolor tremendo ahí afuera, al rato compré otro regalo para los niños y entré de nuevo.

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1 comentario en “El Fan Fatal: una vida entre canciones y sueños sonoros”

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