Cuando está en el escenario recrea su baile con movimientos sigilosos, cadentes y lentos, casi g-a-t-u-n-o-s, cual brisa  fresca que trae un mar tranquilo y salvaje, rudo y sensual.

Ver a Demoizella en un escenario puede ser una experiencia impactante pues su ‘look’ se sale de los estereotipos que históricamente han lucido los artistas en Medellín.  Su tez vestida con un blanco especial que llega a ser casi de inmaculada, pestañas muy largas como sacadas del personaje de una historia fantástica, cabello delicadamente puesto y cepillado y prendas de colores fuertes que la contrastan, son elementos que conjugados en su show,  hacen imposible que pase desapercibida: “me gusta crear personajes para el escenario y me inspiro en lo fuertemente femenino”.

La carrera musical de esta mujer comienza en Londres, donde estudió durante 6 años, juiciosamente, producción de música electrónica y diseño de sonidos, aprendiendo a experimentar y a marcar la ruta de lo que serían su estética posterior.  Desde muy niña se conectó con la música pues a sus ocho años ya grababa melodías en una vieja casetera de su casa: play – rec – stop – pausa – play – bache – rec.

Uno de sus primeros proyectos fue Ladywell, grupo en el que trabajó con Mego, vocalista y líder de la extinta agrupación El pez (banda que por estos días amaga con volver y que mucho recuerdan por el cover versión rock pop de la canción ‘Y yo no bailo de Menudo).

Ladywell fue un proyecto fundado sobre todo en la canción electrónica,  tuvo una vida corta y dejó registros importantes entre los que se destaca la aparición en el compilado “La música es una” presentado en 2004 por el Canal Universitario de Antioquia de Medellín, Canal U, compartiendo canciones con grupos de renombre Coffee Makers, Planeta Rica, Nadie y Athanator.

Esta dama del beat oscuro, como algunos la llaman, además escribió las letras y fue la voz del grupo Superagentes, grupo de también una corta existencia como proyecto.  Luego de pasar esas experiencias, aprender y equivocarse, corregir, grabar y borrar, inicia su proyecto Demoizella.  Su incursión en la música la narra así:

“Hace como 12 años estaba escribiendo y de pronto se me ocurrió que esas letras podían ser canciones. Como no sabía ni cantar ni tocar un instrumento, me puse a buscar y conocí al maestro amigo (él sabe quién es) y  ahí empezó el entrenamiento.  Esa guía-maestro-amigo me dijo que grabara en un casete las melodías que yo me imaginaba con la voz, que tomara una grabadora casera en mi casa y lo hiciera.  ¡Sin nada que perder y mucho que ganar, lo hice! De nuevo play – rec – stop – pausa – play – bache – rec.  Luego del proceso, cuando le pasé el casete su respuesta fue concreta: ‘seguí grabando nuevas melodías’”.

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Tras tener el espaldarazo y el voto de confianza, Demoizella, henchida de motivación, continuó adelante: “Tomé unas clases y empecé también a cantar en los entrenamientos de capoeira, luego me fui a Londres y estudié producción de música electrónica online mientras servía de azafata, así pude empezar a grabar ideas y tomar unas clases de canto con una jazzista; luego llegó Superagentes.  De vuelta a Medellín empecé a presentarme en solitario como Ladywell para luego ver nacer su altergo: Demoizella”.

Las melodías de esta cantante transitan por sonidos cargados de erotismo y “un tono oscuro y sombrío”, según dice ella misma.  En 2009 integró el cartel oficial del Festival Internacional Altavoz donde se destacó por su elegancia, carisma, sensualidad y sonidos que disparados a los sentidos, invitaban a bailar y a disponer atenta la escucha.  Ese día, su propuesta que había llegado a  círculos cerrados, pequeños, avanzó y le llegó a un público masivo del cual muchos quedaron flechados.

Pero no todo ha sido música.  Sus pasiones y hobbies han sido variados y de mundos complementarios pues todo se conecta con su vida: “Estoy vinculada al proyecto vida y eso incluye de todo”.

Y todo es… todo.  Bueno, en abundantes dosis.  Desde bailar ballet y jazz, disfrutar viendo películas, ser ‘mamá’ de dos gatos, escuchar una “cantidad obscena” –en sus términos- de música, voces y ritmos, hasta entrenar gimnasia olímpica y Capoeira, diseñar joyas y vender cheesecakes caseros, escribir y estudiar modelaje, modelar arcilla y plastilina, viajar y viajar, dar clases de inglés y quien lo creyera, le queda tiempo hasta para “amar y amar”.

Su sonido ha seguido mutando y hoy define sub propuesta como “música actual con indie electrónico ecléctico, más no epiléptico”.

Esa diversidad de roles, su estancia en el exterior  y sus búsquedas personales ayudan a entender la personalidad de esta mujer que parece siempre tener las pilas recargadas.  Natalia Rouillard, Demoizella, es una mujer inquieta, cómo dudarlo después de leer las acciones de su proyecto vida que se caracterizan como ella misma lo sostiene, “por la mística, el valor y la perseverancia” que les inyecta, como una justa dosis, a todos sus actos.

Sus proyectos inmediatos están centrados en grabar material para presentarse este año nuevamente a la convocatoria del Festival Altavoz pero sobre todo, está concibiendo un nuevo live en español para presentarlo; si no cambia de parecer, lo bautizará Zukuka .

Antes de que se acaben las pilas, Demoizella espera presionar rec.

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