Esta agrupación presenta el primer sencillo de su segundo disco “Aviario”. Hablamos con Andrea Hoyos Aguirre, pianista y una de las voces del grupo. Habla sobre un sonido que no quieren etiquetar y sobre las múltiples posibilidades en la era de la música líquida.
Santiago Arango Naranjo // @santiagocancion
Uno de los rasgos maravillosos de las canciones es que son inasibles, no tienen materia. No poder domeñarlas ni domesticarlas, eso hace que el arte sea tan necesario para una humanidad cada vez más y más materialista. Por fortuna, el viaje al fondo del sonido y al cultivo de una nueva piel en cada tonada, eso logran algunos grupos que nos encantan como una mirada infantil, desprendida y etérea. Todo eso aplica en la agrupación bogotana “Balandra”, un proyecto formado en 2014 y que nos abriga con el manto del no jazz, el folclor, el pop alternativo, la sicodelia y otros sonidos que simplemente se entrecruzan como ríos que confluyen en el mar.
Lo dijo alguna vez la poestisa argentina Alejandra Pizarnik, “Yo no miro nunca al interior de los cantos, siempre, en el fondo, hay una reina muerta”. Tras su primer disco homónimo, el grupo prepara su segunda placa discográfica que se titulará “Aviario”.
¿Cuál es la historia detrás de Balandra y además de la música, qué otras motivaciones impulsaron al proyecto? Balandra surgió como una exploración de todo lo que estábamos aprendiendo mientras que estudiábamos música. ¡Ana y yo nos juntamos un día a cantar y nos conectamos mucho! Entonces decidimos empezar a tocar con amigos de la universidad y desde ese entonces no hemos parado. Nos dedicábamos horas enteras probando diferentes voces a ver qué nos gustaba más. Además, siempre hemos sido muy buenas amigas y eso obviamente afecta mucho, ella ha sido un apoyo increíble para mi. En este disco grabamos una composición de ella que se llama “Pájaro”. Es muy linda. Balandra se ha vuelto un medio terapéutico para las dos donde ensayamos, hablamos, nos contamos cómo va la vida. En un principio nos juntamos con Rodrigo Pardo en el contrabajo y Daniel Parra en la batería. Pero para este disco nos acompañó Johanna Amaya en la percusión. A ella la conocimos porque tocó en un examen de Ana. ¡Recuerdo que hizo un trabajo precioso con agua! Tocaba agua, literalmente, Joha es impresionante. Es increíblemente versátil. Además es un amor. ¡Y Miguel Velásquez en el contrabajo! Migue y yo siempre fuimos amigos en la universidad y tocamos en diferentes proyectos juntos a lo largo de nuestra vida. Él es un jazzista increíble y además compone como los dioses. El guitarrista, Mateo Marín, es amigo mío desde hace 8 años más o menos y hemos compartido miles de experiencias juntos. Con él cuento siempre, es mi guitarrista favorito en el mundo. Entonces, sí, la amistad es una motivación muy grande para el proyecto.
“Muere la luz que queda de nuestros sueños, muere el corazón”. Fragmento de la canción “Muere un ruiseñor”
Enumere tres rasgos claves de su sonido y explíquelos. Experimentación: Siempre estamos buscando cosas nuevas, nuevos sonidos. Y la experimentación y la improvisación son claves cuando me siento a componer. A veces estoy estudiando algo. Y me equivoco. Y el error se vuelve en idea. Y esta, en canción.
En plena cuarentena, ¿cuáles son los retos del circuito independiente? Buenísima pregunta. Nos estábamos preguntando cómo sacar un disco en plena pandemia. Música en redes ha habido desde hace años, pero los conciertos, ¿qué? Podemos hacer Lives. Pero pensamos, ¿qué podríamos hacer que sea una experiencia que se pueda vivir desde un computador en la casita de uno y que vaya un poco más allá de la escucha? ¿Cómo podemos hacer que las personas se sientan más inmersas, sin querer pasar la idea de un concierto a una pantalla? Hace unos meses tuve la oportunidad de tener la experiencia en VR de Björk. Y fue espectacular. A ella la admiro mucho por cómo ha logrado converger el arte, la tecnología, la música, la ciencia, ¡Y hasta la educación! Entonces nos juntamos con Sam Mickan, artista 3d, y hablamos de qué podríamos hacer. Justo él está haciendo su tesis y la va hacer con la música de Balandra. ¡Vamos a hacer una experiencia interactiva en 3d de Balandra! Donde las personas podrán recorrer un mundo mientras se sumergen más a medida que escuchan la música.
En términos de proyección, ¿a dónde quieren llegar con el proyecto? Hemos pensado en que queremos llevar la música un paso más allá. Joha y yo hicimos una residencia el año pasado que consiste en conectar personas a través de la música. Me gustaría que Balandra tuviera un impacto sobre alguna comunidad… o algo así. Aún estamos pensándolo para ver cómo podemos usar el grandísimo poder que tiene la música. ¡Es mágica!
¿Cuál es la historia detrás de “Muere un ruiseñor”? Muere un ruiseñor está inspirada en un poema en Totonaco de Manuel Espinosa Sainos llamado Muere mi rostro. Es una oda a la canción. No puedo explicar la dicha que siento cuando hago canciones. Esta canción es una oda a eso mismo. Al hacer canciones, y cómo la música es algo muy poderoso que nos ha permitido saber historias de gente que vivió hace mucho tiempo.