Por: Alexander Múnera Restrepo
Es maravilloso cómo nos puede cambiar la percepción de una canción cuando la escuchamos en vivo: el virtuosismo de un músico, la puesta en escena, la manera como presentan la pieza… Hasta el mismo ambiente del auditorio hace que se pueda concebir de maneras distintas una melodía.
Eso fue lo que me ocurrió el pasado sábado en el concierto de Robi Draco Rosa. La atmósfera de noche húmeda, junto al ansia de los asistentes por ver al puertorriqueño en Medellín por primera vez, se convirtió en un coctel de buena música que tuve el placer de saborear.
Luego de 40 minutos de espera, se apagaron las luces y se prendieron las lámparas de los atriles y los reflectores. Batería, guitarras acústica y eléctrica, contrabajo y teclado. Cinco músicos ubicados en fila, detrás del solista -tal vez para no llamar mucho la atención-, fueron sus acompañantes las más de dos horas que duro el toque en el Jardín Botánico.
Pero hasta aquí, exceptuando la excelente ejecución de las canciones por parte de la banda y su autor, no hay mayor distinción a otros conciertos de grandes artistas en la ciudad ¿Entonces dónde radica el elemento diferenciador de esa noche?
Yo diría que en preguntas formuladas por el cantautor hacia el auditorio como ¿Qué tal estuvo el día? o ¿Y para dónde van luego del toque? Empieza su particularidad; pues son cuestionamientos del cotidiano que poco se hacen en la vida diaria y menos en una presentación. Un acto de honestidad y gusto pde estar en donde está, reconociendo y respetando al otro: su público.
Y es que no es sino imaginar, qué harías si te dan un golpe en la cara con un libro, para que cualquier otro -comprensiblemente-, pare todo y se vaya a mitad del show… Draco en cambio, recogió muy tranquilamente el ejemplar de poemas, lo ojeo y luego de decir que “los poetas son como el nacimiento de un niño, siempre dan esperanza”, preguntó al auditorio si le permitían interpretar un verso del texto e improvisó un par de estrofas del mismo.
La sinceridad de Draco continuó con otro par de confesiones; una de ellas fue decir que había canciones como Más y más que luego de ser compuestas y sonar bien en el disco, al momento de cantarlas en vivo perdían su encanto y no se escuchaban igual, por eso jamás las incluía en sus giras; sin embargo, hizo el intento de tocarla acústica y los asistentes que cantaron con él, según dijo luego de terminarla, la hicieron sonar mejor.
Al final, resultó ser un recital lleno de risas espontáneas por parte de Cornelius, al lado de anécdotas que mejoraron el espectáculo y complementaron la interpretación de muchos de sus éxitos que pasaron por disco como Vagabundo, Vino y dos tracks de su más reciente disco Amor Vincit Omnia,.
Yo por mi parte, me fui con una satisfacción en los oídos y en el cuerpo; sorprendido de la manera cómo cambian las canciones cuando se viven y con la convicción de que Robi Draco Rosa es un músico que vale la pena escuchar y ver.