Finalizado el baile de ‘quinces’ de Altavoz Fest, es momento de plantear reflexiones a partir de lo vivido los días 10, 11 y 12 de noviembre de 2018. ¡Una celebración que se ha quedado grabada en el salón de los buenos recuerdos!
Santiago Arango Naranjo // @santiagocancion // 13 de noviembre de 2018 // Actualizado el 14 de noviembre de 2018
1. El cartel fue consistente y tenía para todos los gustos: metal clásico, experimentación, rock duro, rap, punk, reggae, ska, electrónica, indie pop, Shoegaze y alternativo… Artistas y bandas locales como La doble A, NIX, Control, Dmoe, Hidravenosa, La sinfóniSka, Witchtrap y Pne, por dar algunos nombres, brillaron en concierto. Por fin la presencia de Polikarpa y sus viciosas, ligadas al regreso de Doctor Krápula, ambos actos en vivo serán recordados con cariño por su entrega y carisma. También fue gratamente apabullante el show death metal de Six Feet Under y el sonido directo y crudo de Judge. Por su lado, ¡El mató a un policía motorizado fue melancolía sónica directa al alma! Sumado a ello, The Adicts inspiró poesía punk y el desenfado bailable de Bad Manners sedujo hasta a los desprevenidos… Ángeles del Infierno incendió la llama del heavy latinoamericano que hacía falta en el festival y Papa Roach es caso aparte: superó las expectativas, incluso desde el anuncio del cartel cuando para sorpresa de muchos una gran audiciencia enloqueció con su participación . ¡Y sacaron la casta!
59 bandas musicales; 28 locales que entraron por convocatoria pública, 15 invitadas locales y nacionales y 16 internacionales.
¡El público votó SÍ al cartel! 😉 Así lo dijeron 83 mil 472 asistentes a la edición 2018.
2. Como lo planteamos en 2017, es un acierto el regreso del festival a la Zona Norte de Medellín. El recital se inserta en la dinámica de universidades, parques de diversiones, museos, parques públicos y centros de pensamiento e innovación. La cercanía de la Estación Universidad del Metro facilita la movilidad de miles de asistentes. Además, “queda próximo a los barrios populares donde viven más de 1 millón 300 mil habitantes de Medellín, asunto que es relevante porque se trata de dos zonas muy pobladas y llevar el festival a la Noroccidental y Nororiental es la posibilidad de acercar más a las comunidades”.
3. El homenaje al rap de la ciudad fue una bella oportunidad para festejar un sonido que ha sido cronista de estas montañas y sus barrios con nombres como Kiño, Rulaz Plazko, Sexta Inkamista, Las plagas, Tribu Omerta, Mary Hellen, Sociedad FB7 y muchos otros; aunque emocionó, por momentos pareció un show disperso, pudo ser más concreto y exitante tanto en visuales como en música y performance.
4. La zona de bienestar fue adecuada: alimentación a precios económicos, comida saludable y también la llamada típica chatarra: 24 puestos de comidas y 5 de merchandising; además, mesas cómodas para comer y, del otro lado de la cancha, un ensayadero que posibilitó un nuevo contenido para quienes no se conectaban con ninguna de las propuestas en cada escenario. Sigue pendiente un muro de escalada u otros juegos para el sano entretenimiento de la gente. ¡Para enriquecer la experiencia!
¡Altavoz Fest es sinónimo de vida!
5. Luego de 15 años, Altavoz Fest de la mano de la Secretaría de Cultura Ciudadana debe apostar por un espacio donde niños menores de 12 años puedan ingresar al festival. Puede adecuarse una zona especial para ello y definir a partir de qué edad se permite la entrada. Se trata de revisar la normatividad para negociar y tratar de incidir en la formación de nuevas audiencias.
Como lo dijimos el año anterior, “podría pensarse en una ludoteca o actividades especiales para los niños. Festivales como el Primavera Fest han tenido una programación para menores y sirven de ejemplo local, aunque en el mundo también hay otras experiencias para aprender”.
6. La produccion técnica fue impecable y el montaje fue digno de 15 años: tarimas, techos, luces y pantallas cumplieron con estándares de festivales de primer nivel. El tiempo de cambio entre las bandas fue por lo general preciso, de nuevo el trabajo de roadies y jefes de escenario fue óptimo.
7. Todo sea dicho: si en 2017 sostuvimos que la estrategia digital de comunicación de festival fue muy tímida, al parecer tomaron nota y este año exploraron el lenguaje de las infografías, los foros y también distintas redes sociales como Instagram, Twitter y Facebook. De ahí que en varias oportunidades el festival haya sido tendencia ocupando incluso el primer lugar. ¡Maravilloso!
8. La seguridad a las afueras del festival debe mejorarse para evitar los atracos; pero antes de eso, hay que trabajar el tema del autocuidado y la responsabilidad de cuidarnos en colectivo. Los mensajes en escenario pueden apuntar a esta necesidad sin ser alarmistas o despertando temor en la audicencia. Eso también es educación ciudadana.
9. La vinculación del Metro siempre será clave para eventos de ciudad como Altavoz Fest. Se aplaude la ampliación de horarios los días sábado y domingo y ojalá para 2019 también se concerte la ampliación del servicio el lunes festivo.
10. Por último y dado el alcance del festival, un canal público como Telemedellín que funciona con recursos públicos, podría jugársela un poco más para transmitir por lo menos desde las 4 de la tarde y así darle visibilidad a muchas otras propuestas; en su defecto, el canal debería explotar un cubrimiento especial vía streaming todo el día (este año transmitió lapsos cortos) e incluso, el festival debería contratar este servicio externo. Las audiencias digitales hoy son preponderantes en la solidificación de proyectos como Altavoz Fest.
Bonus Track:
– Habilitar las gradas del Estadio Cincuentenario permitió mayor presencia de asistentes. Sumado a ello, fue un ejercicio de confianza ciudadana con el público.
– La asistencia masiva demanda ampliar tanto el número de filtros como los accesos de ingreso y las puertas de salida. Fueron insuficientes en los momentos de mayor asistencia de público y en particular en el cierre del festival.
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Fotos: Yojan Valencia
