Los tiempos de coronavirus ofrecen una pausa que podría aprovecharse para la investigación sobre temas musicales en Medellín.
Redacción HagalaU
La actual época del covid 19 ha abierto una posibilidad que va más allá de –por ejemplo- los pequeños recitales y las charlas en redes sociales: la opción es aprovechar estos tiempos para investigar sobre procesos musicales en la ciudad, determinando con ello miradas de estudio que puedan trascender lo anecdótico o narrativo –también clave en la construcción de memoria-, pero existe una necesidad de construir documentos reflexivos y que cavilen la realidad social y la injerencia de la música en ese contexto.
Todos nacimos con el instinto de preguntar. Sí, cuestionarse, dudar, es ahí donde está el germen de la “i n v e s t i g a c i ó n”. En este sentido, acá no indagaremos sobre el tipo de investigación o su enfoque que podría ser cualitativo, cuantitativo o mixto; solo diremos que es necesario profundizar en la comprensión de nuestras realidades, confrontarlas y debatirlas.
Tampoco mencionaremos los problemas presupuestales para la investigación en el país, no es el fin de este texto. Envés, esta es una sugerencia para plantear problemas que nos permitan resolver preguntas sobre, por ejemplo, las nuevas sexualidades que ha traído la llamada música urbana en el siglo XXI y su relación con los embarazos adolescentes. También, temas sobre la Internet y cómo realmente ha beneficiado a los artistas independientes, una búsqueda más allá de las audiencias y la monetización. En fin, habría que determinar cada paso de las investigaciones y los temas podrían ser infinitos.
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En los pregrados y posgrados de las universidades se están produciendo importantes tesis de grado como requisito de graduación, pero en general, muchos de sus hallazgos se quedan en repositorios que no son explotados para aportar una nueva dimensión de pensamiento desde la música. Por fortuna, algunos trabajos trascienden y son publicados sobre todo por las editoriales de universidades como, verbigracia, la Universidad de Antioquia y la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá.
De otro lado, hay que decir, no muchos de esos trabajos se convierten en artículos que lleguen a revistas indexadas que validen esos planteamientos y amplíen su alcance a múltiples territorios y comunidades.
Hay experiencias de trabajos publicados como La cumbia como matriz sonora de Latinoamérica. Identidad y cultura continental (Editorial U. de A); el fanzine El sótano y otros como los realizados por Carlos David Bravo y su libro Mala Hierba y la investigación “El Verdadero Rock de la Provincia: dinámicas comunicativas en festivales de músicas urbanas y alternativas en tres municipios del oriente antioqueño” (que entregó una “Guía de buenas prácticas para realizar un festival de rock en entornos rurales“). Sin embargo, además de otros, son muy pocos.
En fin, si bien hay esfuerzos de algunas editoriales que han indagado en temas relacionados con la radio, la industria discográfica en Medellín y Colombia, la cumbia, la publicidad, el chucu chucu y el vallenato, hoy el reto y oportunidad a la vez -en pleno freno de los espectáculos públicos-, es apostar por la investigación. En ese sentido, por ejemplo, Altavoz Fest y FestiAfro –que cuentan con recursos públicos-, podrían liderar estas acciones.
Como argumenta la investigadora Ana Restrepo, “la investigación es una llave que llevamos todos los días colgada al pecho para abrir múltiples caminos”.