El show de Guns N’ Roses en Medellín representa el concierto comercial más importante de la historia del rock en la ciudad. Para latir de emoción antes del primer acorde en el Atanasio Girardot el 23 de noviembre de 2016, Felipe Grajales hace un recuento de la aventura vivida para llegar a Bogotá justo 24 años atrás.
Por: Felipe Grajales
Pocas veces he estado tan enfocado en mi vida como a los 15 años: lo único que me importaba era estar en ese concierto. Mi mamá, que en el 92 era más joven de lo que yo soy ahora, entendió la importancia del momento y me pagó la excursión de Real Tours, con boleta de 10 mil pesos incluida, para ir a Bogotá. Y hasta el momento todo iba bien. El 27 de noviembre de 1992 a las cinco de la tarde, estaba frente a la Iglesia de San José, en la Avenida Oriental, montándome en el bus número 7, que nos llevaría a Bogotá al primero de los dos conciertos de la banda más importante del mundo en ese momento. Salimos a las ocho de la noche en lo que podría decir aún, es uno de los viajes memorables de mi vida. Hice parte de la caravana antioqueña, que a mí se me hacía interminable, rumbo a ver el evento musical de nuestra generación: el Use Your Illusion Tour. En mi bolsillo estaba la boleta: blanca y café y con el nombre Guns N´ Roses en letras rojas brillantes: daban ganas de llorar de la felicidad.
Cuando llevábamos unas dos horas la caravana se detuvo cerca de una pequeña tienda. Nosotros íbamos para el concierto del sábado y nos informaron que había sido cancelado. Sin embargo los organizadores decidieron que abrirían las puertas el domingo para que pudieran entrar todos los que llegaran con boleta de cualquiera de los días y que permitirían la entrada hasta que el lugar se llenara. Real Tours dispuso de un bus para que los que quisieran se devolvieran. Hubo varias llamadas desde un teléfono público. Un pelao a mi lado, de unos 19 años, me dijo: “si me quedo me echan del trabajo”. Por fortuna ese hombre puso las prioridades sobre todo e hizo lo correcto: se quedó en el bus. Sin embargo otros insensatos tomaron el bus de regreso a Medellín, triste ciudad en la que ese fin de semana no tocarían los Gunners.
La caravana continuó y mi bus era puro rock and roll. Sonaban los casetes de Led Zeppelin, Black Sabbath y, por supuesto, los de nuestros héroes. La música y la historias iban de cuenta de César Augusto “El Clásico” Herrera, Kamil Abdul y todo el equipo de Todelar Estéreo, estrellas de la radio paisa. En cuanto a drogas el bus creo que rompió el record de mayor consumo de marihuana por kilómetro lineal. Aunque muchos de mis amigos se consideran grandes fumadores, no creo que llegaran al nivel de lo que se vivió en ese bus. Creo que cada uno de los viajeros creía que llevaba la llama olímpica en sus labios y estaban comprometidos con no dejarla apagar hasta la llegada a Bogotá. Eran unos 40 jóvenes que iban a ver a la banda más degenerada de la escena para esos tiempos, los de los disturbios, los arrestos, los excesos. El bus era un sencillo homenaje de una generación tan sana que aunque fumaron mucho no recuerdo haber visto ninguna otra droga. Era un bus místico.
https://www.youtube.com/watch?v=8466viw2Y7U
Los sensatos que seguimos el camino entramos a Cundinamarca a primeras horas de la mañana. El bus paró en un Minimercado a bordo de carretera, lo que quizá pudo haber sido una buena mañana para el dueño se convirtió en una pesadilla. Una horda entró, tomó y salió sin pagar. Los que no robamos tomamos lo poco que quedó y pagamos al pasmado tendero que aún seguía estupefacto. Antes del mediodía llegamos al Estadio El Campín. El bus se quedaría ahí hasta el final del concierto lo que resolvió el problema de la dormida. Podríamos dormir ahí. Llamé a mi casa, expliqué lo de la cancelación del concierto del sábado y que me quedaría hasta el domingo. Mi mamá me dijo que consiguiera plata prestada, llamé a un amigo de Bogotá y me llevó dos mil pesos hasta un Éxito Cercano (creo que era el único Éxito de Bogotá). Ese dinero era más que suficiente en 1992. Además mi dieta no era muy estricta, desde que tuviera pan, Coca Cola y cigarrillos, seguro estaría bien.
La ventaja de haber llegado temprano es que pudimos hacer fila desde el mismo sábado. De toda la excursión se armaron grupos en cada una de las entradas, así fue que la caravana que recorrió la Medellín-Bogotá controlaba los ingresos a un concierto donde la mitad de los que tenían entrada se quedaría por fuera. La fila misma fue un parche, todos nos sentábamos alrededor a hablar, a oír historias, la mayoría mentiras deliciosamente narradas, como la de la chica que nos dijo que fue al hotel y Slash la invitó a tomar Whisky. En la noche yo pasaba de la fila a Campín Pan, una panadería que no cerró en toda la noche, y el bus cuando el sueño me vencía.
El domingo en la mañana estábamos afuera cuando de la organización del concierto nos pidieron que les ayudáramos a entrar unas cosas. Lo hicimos, yo vi el escenario como un altar, y nos sacaron de nuevo. Para la historia quedaría que ayudamos a algo en el concierto más importante hasta la fecha en Colombia. A eso de las 11 de la mañana se acabó la diversión. Todos nos acomodamos, ya era la fila real, teníamos que entrar al concierto. Como todas las entradas eran de nuestra caravana todo el que hablara antioqueño tenía entrada en la fila. Al peor estilo paisa se estaba controlando la fila.
A las dos de la tarde más o menos abrieron las puertas. En la nuestra hubo un error y pudimos pasar de una de las populares a preferencia. Quedamos mejor ubicados. En cada silla había un folleto de Colseguros con las letras de las canciones más importantes. Yo no la necesitaba, me sabía todas las canciones de los Gunners, pero lo guardé como recuerdo. El concierto era una fiesta desde antes del comienzo. En la gramilla tiraban balones gigantes que la gente hacía rotar, se inflaban condones (en ese tiempo eso aún divertía) y desde mi tribuna llena de paisas, nos burlábamos de los bogotanos que llegaban a la gramilla con unas pintas Glam que solo habíamos visto en videos. Yo me reía por fuera y por dentro soñaba con una pinta así, con pelos así. La fiesta se terminó de prender abajo cuando se reventó un aparato de un barril de cerveza y empezó a llover licor para una parte de los asistentes de gramilla. Todo era celebración.
Tipo seis de la tarde se empezaron a oír explosiones y nos picaban los ojos. Salí a comer y vi lo que pasaba afuera. La policía contra los roqueros que no pudieron entrar. A mí no me preocupaba mucho, era lo normal de un concierto de Guns N´ Roses y yo estaba adentro. Un pensamiento egoísta pero así era. Adentro seguía la fiesta de los que pudimos ingresar.
https://www.youtube.com/watch?v=ipM_J26Tb3o
A eso de las 9 de la noche salió un niño venezolano de Smoking, parecía del Circo de los Hermanos Gasca, e hizo el anuncio más esperado de la historia del rock en Colombia hasta ese día. ¡Señoras y señores!: Guns N´Roses. Unos muñecos gigantes se inflaron y salió la banda con Welcome to The Jungle, todos saltamos. Yo me sentía afortunado, no solo era estar en Guns n Roses, era ser parte del rock de Colombia, sentía que eso me incluí entre los verdaderos rockers. Estaba en un súper concierto, me sabía de memoria ese escenario que estaba al frente con las rampas y las entradas para que Axl metiera lo que tuviera que meterse. Conocía la ropa, las chaquetas, la camiseta del Zorrillo Apestoso de Slash, la leñadora de Axl y debajo la de Jesús con el lema Kill Your Idols. Era ver las poses y las carreras que ya había visto de los videos en Tokio y Los Angeles. Era tener a los héroes en vivo y en directo, cantar con Axl las canciones que me sabía porque las había aprendido con la página Qué Nota del periódico El Colombiano. Era ver a todo un combo del que me sabía la vida que habían puesto los relacionistas públicos para que los adolescentes deseáramos sus vidas. Pero sobre todo era pensar en el futuro y poder decir: yo estuve ahí.
https://www.youtube.com/watch?v=1w7OgIMMRc4
Siempre que veo informes sobre el concierto, del que hay poco material, noto muchas quejas: logística, sonido y sobre todo, por la duración del concierto, pues dicen que fue muy corto. Sobre la logística sí creo que fue un desastre, pero en defensa de los organizadores, creo que nadie controla que se cancele una fecha de Guns N Roses unos días antes de la presentación. Lo del sonido, todo lo sentí perfecto, y sobre la duración no acepto quejas. Pudo haber durado más, pero yo salí satisfecho. Duró lo que tenía que durar. Tocaron todas las canciones que yo quería oír, y que por lo que vi, todos los que estábamos adentro. El show fue impecable, a pesar de todos los comentarios despectivos que decían que hizo Axl, en el escenario fueron grandiosos. Corrieron, tocaron muy bien y encantaron al público. En cuanto a luces, nunca olvidaré cuando empezó Live and Let Die y el escenario se puso blanco completamente, como una explosión. En ese instante las luces fueron tan intensas que es el momento que aún tengo grabado en mi memoria. Y tengo que confesar que me emocioné con la lluvia en November Rain, uno de los momentos más clichés de la historia del rock. Pero me emocioné sobre todo porque Axl sacó la mano del piano y miró al cielo, y él también se emocionó… bueno, cabe la posibilidad de que asustara ante la posibilidad de morir electrocutado ante la maraña de cables, pero para mí la expresión en su momento fue de emoción. Además nunca me olvidaré que luego de que la lluvia paró terminaron con Sweet Child O’ Mine y Paradise City, en la que creo que todo Bogotá tembló.
Al final regresamos al bus exhaustos y felices. Dormimos tranquilos, como luego del deber cumplido. Desperté con la luz de la mañana en algún lugar del Magdalena Medio y recuerdo una sensación de plenitud, de tranquilidad conmigo mismo. Sentía que había cumplido un sueño, una misión. Ahora si me podía decir roquero, si alguien lo dudaba podía preguntarle ¿fuiste a ver a Guns N´Roses? Yo sí. Yo hice esa peregrinación que hacemos los roqueros por ir a ver a las bandas que nos gustan, había recorrido esa distancia porque sentía que no había nada más importante en el mundo para mí en ese momento.
El 23 de 2016 noviembre veré a los Guns N´ Roses de nuevo. Han pasado 24 años y el tiempo ha hecho su trabajo en ellos, pero en mí también. Lo dudé un poco a la hora de comprar la boleta, pues sé que todo será muy lejano comparado con el 92. Sin embargo amo los conciertos y en el fondo, amo a los Gunners. Aún me sé sus canciones y pienso que el Apetite for Destruction es un gran álbum. También me gustan el Lies y el Use Your Ilusion. De ahí para acá más bien poco y el Chinese Democracy lo oí una sola vez. Pero es un concierto, es música en vivo, es Slash, es Axl, es Duff y aunque faltan Izzy y Steven Adler, sigue siendo un gran combo. Pero sobre todo iré porque sigo amando el rock en vivo y siento que de no hacerlo sería como uno de esos que el viernes 27 de noviembre de 1992 tomaron el bus de regreso a Medellín y se perdieron uno de los momentos memorables de la música de nuestra generación.