Si usted no ha ido a Valhala Rock Bar en Medellín, aquí los acercamos a la historia de este espacio emblemático para la tertulia y sonido del rock n roll. 

Mauricio López Rueda // @WillyWildeR10 // 16 de agosto de 2018

El Valhalla, en la mitología nórdica, es el “salón de los caídos” de Asgard, reino de Odín. La mitad de los muertos en combate van allí a la espera del Ragnarok, mientras que la otra mitad va al salón de Freyja, o el “salón de la gente”, más conocido como el Fólkvangr.

Al Valhalla llegan los muertos guiados por las valkirias, y allí descansan hasta la “Batalla del Fin del Mundo”.

En Medellín existe un Valhala. Está ubicado en la Villa de Aburrá, en Belén, y para ir hasta allá no es necesario morir sino al contrario, es obligatorio estar vivo, muy vivo.

Valhala es uno de los bares de rock emblemáticos de la ciudad. Fue fundado el 15 de mayo de 2000, fecha en que abrió sus puertas al público, a las nueve de la noche. Su creador es Juan Carlos Orrego, un oriundo de Ituango quien llegó a Medellín a finales de los ochenta, junto a su familia, con quienes se instaló en el barrio Santa Mónica.

Esos primeros años fueron de mucho metal, pues Juan Carlos y su hermano Iván eran aficionados a ese género, y no había tarde en que no se juntaran con sus amigos a escuchar vinilos a todo volumen. Fue así como se enamoraron del rock, y fue así como se les metió en la cabeza la idea de abrir un bar.

En esos turbulentos tiempos de cambio de gobierno y fracasados procesos de paz, los jóvenes colombianos buscaban en el rock un espacio para expresarse libremente. Muchas bandas surgieron de las calles de Medellín, y sobre todo de Belén.

Valhala era el único bar rockero de la Villa, y por ello atrajo a un sinnúmero de clientes que se volvieron habituales. Y en ese intercambio de experiencias, en esa retroalimentación de realidades, el bar también tuvo que hacer cambios. El metal siguió siendo el género de la casa, pero los Orrego empezaron a permitir nuevos sonidos. El punk, el grunge, el indie e incluso el blues, fueron abriéndose paso con sus respectivos aullidos de guitarras.

Cada noche era una fiesta inolvidable y, en esas mesas de madera, se fueron construyendo historias dignas de leyenda. Allí se han formalizado matrimonios; han iniciado amistades; se han creado bandas y se han compuesto canciones.

Valhala se transformó en una especie de cofradía, en una sociedad de rockeros indestructibles.

Es común encontrarse grandes personajes en la barra y en las mesas, tales como Juanda Villa de Juanita Dientes Verdes, Camilo Martínez o Juanda Márquez de Nadie. También lo han visitado los integrantes de Estados Alterados, La Pestilencia, Frankie ha muertoMasacre y Neus, entre otros.

Un viejo conocido, por ejemplo, fue el ‘Titán’ Elkin Ramírez, quien llegó alguna noche como cliente y falleció siendo uno de los mejores amigos del bar. Por eso los Orrego le rindieron homenaje cuando murió y prestaron el bar para el lanzamiento de su libro.

Pero además de los grandes artistas del rock, a Valhala acuden otros personajes de la escena rockera como Santiago Arango, Mario Líbido, Andrés Valencia, Alirio Cuervo y Hugo Caro.

En todos estos años, más de 130 personas han trabajado en el bar que, gracias a su historia, es reconocido en Belén como un importante referente cultural.

A Valhala le quedan muchos años de gloria por delante y los rockeros que gozan la vida a plenitud, tendrán siempre las puertas abiertas para ir a beber los elixires que ofrecen Anamilé y La Roja, y que prometen noches de fiesta, de amores y de guitarras afiladas.

Porque como dice Judas Priest en su famosa Halls of Valhalla, “Bebemos y nos gloriamos del cáliz, sosteniendo el curso, a través de largas noches y días”.

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