Caifanes regresará a Medellín el 4 de mayo y se presentará La Macarena. A continuación, un recuento de la trascendencia de su sonido en el rock latino a través de la mística de sus canciones. 

Santiago Arango N.

@santiagohagalau santiago@hagalau.net

La naturaleza humana es como un tránsito de animal salvaje que deambula una espesa selva buscando su territorio, su alimento, su manantial para saciar la sed.  Y en esa travesía,  entender a Caifanes como semilla y a Jaguares como la savia, exige asumirse como un ser que ha creado su propio universo y ha trazado las líneas de su camino, raptando sus propias ideas para establecer un discurso.

Luego de trascender las fronteras del término Rock en español, palabra que ha servido para enrolar con facilidad y que especialmente en los 80’s fue perfecta para acuñar a todo aquel que pusiera en frases e interpretara en castellano aquel sonido anglosajón que había infectado a tantas generaciones de jóvenes, al cruzar esa línea, se encuentra la banda más grande que ha dado el rock mexicano: Caifanes.

El 9 de abril de 2011 en el Festival Vive Latino, luego de múltiples ofrecimientos y tras la reconciliación entre Saúl Hernández y Alejandro Marcovich, unido al encuentro con Sabo Romo, Diego Herrera y Alfonso André, esta agrupación marcó un hito con su regreso a los escenarios, trascendiendo los límites de las edades, la memoria y  la materia: en América el rock no tuvo generación.

Y así fue, porque su regreso convocó a jóvenes desde los 14 años, pasando por universitarios y profesionales que crecieron con el sonido de la banda y llegando a personajes de hasta 45 años de edad o más, hoy contemporáneos de los integrantes de la banda. ¡Todos cantaban con el fervor de un rezo!

En palabras de Sául Hernández esto puede evidenciarse y comprenderse con una frase que ha citado desde el regreso de la banda a los escenarios: “La memoria tiene pasión”.

https://www.youtube.com/watch?v=9T4FMI-9jUw

Ese hecho de trascender las generaciones, puede entenderse por una energía creadora, como la llamaría el filósofo Fernando González, y que ha logrado que la raza latinoamericana -de la que suele hablar Saúl en sus conciertos- pueda entenderse a través de una metáfora que habla de la dualidad, el dolor humano, el arraigo, las deidades, los hijos y la tierra, el amor, la política… una metáfora llamada Caifanes.

“Cada piedra es un altar”, “Antes de que nos olviden haremos historia”, “Amárrate a una escoba y vuela lejos”, “Voy en camino al estado original”, “Si mis plegarias no fueran a la virgen si no a ti”, entre otras citas de canciones de Caifanes y Jaguares, han cumplido un rol: traducir desde el arraigo latino la existencia humana con un discurso propio, personal y universal.

Esas frases de sus canciones que retumban son como un mantra  e invitan a soñar; por ejemplo: “Vamos a dar una vuelta al cielo para ver lo que es eterno” o “Yo te daré mis ojos para que llores”, resumen la poética enraizada en la intimidad de una sensibilidad aguda y cargada de mística, la de Saúl Hernández, una persona que en México y para muchos ”aliados” (como se suelen denominar a todos los adeptos al discurso Caifán-Jaguar) es considerado como chamán, maestro o guía.

Desde 1986 hasta hoy, la osadía de masticar como alimento el corrido mexicano, la ranchera, la cumbia, la salsa, engulléndolo con bocados de tintes de rock ecuménico que se saliva con los símbolos y  la sabiduría indígena y latina, han logrado crear un tatuaje con canciones que se han convertido en himnos del continente como son: Será por eso, La negra tomasa, La célula que explota, Amárrate a una escoba, No dejes que, Hasta morir, Afuera, Miedo, Detrás de los cerros, Fin, La vida no es igual y Si fuera necesario, entre una extensa lista que brinda una posibilidad: habitar otras realidades desde la necesidad propia.

La verdad es que los 4 discos oficiales de Caifanes y los 5 de Jaguares, los tributos, las recopilaciones, el MTV Unplugged, el compartir escenario con The Rolling Stones, crear un sonido propio que le ha dado rostro al rock latino y ganar premios Grammy, entre otros reconocimientos, son el complemento de una esencia: encontrarse con su música es como tener llave o una pastilla multiusos para liberarse, trascender a otras dimensiones, y en síntesis, apagar y volver a empezar cada que alguien lo decida.

Es claro: ¡Caifanes es la posibilidad de establecer una comunicación donde cada quien edifica su templo! 

El ritual para verlos de regreso en Medellín será este 4 de mayo en La Macarena de Medellín. Entradas desde $139.000. Pueden comparlas en Taquilla Live.

Artículo actualizado el 29 de abril de 2024. 

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