21 rasgos de las músicas alternativas del siglo XXI

El más reciente especial periodístico de HagalaU, consistió en recopilar las 100 canciones más representativas delrock y las músicas alternativas de Medellíndesde el 2000 hasta el 2025. Fue un ejercicio curatorial exigente y en medio de la selección, surgieron varias reflexiones y conclusiones, aquí, 21 rasgos del ecosistema de músicas independientes de Medellín del último cuarto de siglo.

Por: Santiago Arango Naranjo, Sebastián Martínez Pavas y Alexander Múnera Restrepo

La segunda mitad del siglo XX trajo el rock and roll, desde los 60’s llegó al país, y Medellín no fue ajena a ese movimiento:

Los Pelucas, Los Yetis, Ancón, Nash, Carbure; el punk y el metal medallo; disqueras como Sonolux, Fuentes o Codiscos firmando a JuanitaDientesVerdes, Bajotierra y Estados Alterados; el tecno, el postpunk y el rap… Todos estos fueron los hitos y los géneros que abrieron trocha y le empezaron a dar un sello diferencial al rock y las músicas alternativas de Medellín y el Valle de Aburrá. Esto fue lo que se intentó visibilizar en el especial periodístico “Las 100 canciones de la música local” de 2010; pero el siglo XXI llegó y trajo otros sonidos, múltiples retos y posibilidades:

1- Lo primero que hay que decir del nuevo siglo, es que el sonido se empezó a expandir, ya no eran solo las músicas corrosivas (punk, metal o hard core), el post punk, el techno y el rap que ya habían hecho escuela desde finales de los 90’s se hicieron más fuertes. Y junto a ellos también llegó el reggae, la canción de autor, el folclor (mezclado con música contemporánea), la electrónica, la salsa, el jazz, el rock progresivo… Y así una amalgama de propuestas que enriquecieron la escena de música local y regional.

2- Durante los últimos 25 años, es innegable notar la herencia de músicas populares y tropicales en la música alternativa de la ciudad: tango, cumbia, chucu chucu, salsa y parrandera, son ritmos que han generado una identidad dentro de las costumbres antioqueñas y eso se ha visto reflejado en la música joven (y no tanto) de Medellín.

3- También cambiaron los abordajes de las canciones, ya no solo era política, denuncia, relaciones interpersonales o calle, las temáticas se abrieron a la fiesta, a lo cotidiano, al feminismo, a las diversidades sexuales, a las enfermedades mentales, al animalismo y la ecología, entre otros tópicos.

4- Se empezaron a abrir más tiendas de discos e instrumentos musicales. Ya no había que esperar que alguien trajera la música del extranjero para después copiarla (piratearla) o armar el instrumento hechizo para poder tocar.

5- Un hito fundamental en estos años, fue la llegada de la internet y como consecuencia, la democratización de las redes sociales. Esto facilitó y agilizó la comunicación de músicos locales con artistas extranjeros, tanto así que algunos proyectos como La montaña gris, o sellos de la ciudad como Discos Cocinados y Series Media, crearon sus Netlabels y subieron sus catálogos a la red para acceso global.

Es importante aclarar, que este fenómeno también se dió en el siglo XX a través del correo físico certificado, músicos locales y nacionales, mantuvieron conversaciones con artistas internacionales e intercambiaban discos e información de sus bandas y su nicho, aunque la comunicación era mucho más lenta, contrario a la rapidez que trae consigo la conectividad a la red.

6- El mundo digital también permitió aprender de manera autodidacta, a manejar programas de grabación, armar sellos digitales y distribuir la música en plataformas como MySpace y otras que permitieron que los artistas construyeran canales de comunicación más directos y cercanos con sus seguidores, ampliando los alcances de su música a un terreno incluso mundial, sin depender de las emisoras tradicionales o las grandes disqueras. Esto trascendio después a plataformas como Bandcamp.

7- No obstante, los medios de comunicación tradicional también hicieron un aporte trascendental para la escena en la primera década de estos 25 años: programas como Musinet, Radio U, HagalaU, El ensayadero, Altavoz TV, las páginas de El Colombiano y El Mundo dedicadas a la música, las emisoras universitarias, algunos canales y radios comunitarias, incluso, emisoras digitales… Les abrieron un espacio a muchos grupos de la ciudad y el país, quienes tuvieron la posibilidad de sonar por primera vez en un medio de comunicación.

8- Aquí vale la pena hablar también, del periodismo que empezó poco a poco a especializarse en la música, cubriendo conciertos, haciendo entrevistas, reseñando discos… Dentro ellos, estaban los equipos de trabajo de Veracruz, Radioacktiva, Radiónica, El templo del rock, HagalaU, Rockeando TV, De Picnic, Rockal, etcétera.

La fotografía de conciertos también se volvió importante y se convirtió en una escuela para muchos fotógrafos, por ejemplo, Yojan Valencia, Alberto Mira, Julian Gaviría, Paulina Pérez, Fernando Puerta, entre otros, quienes recogieron la herencia de Juan Fernando Ospina, pionero en este campo desde los años 80.

3 Caminata punk 2022

9- La globalización permitió que fuese más fácil obtener equipos de producción y que los músicos pudiesen montar sus propios espacios de grabación caseros, haciendo más “fácil” crear música, sin tener que recurrir necesariamente a los grandes estudios, que solían ser costosos y complicar la producción constante de canciones. La llegade del Home Studio (estudio casero) aportó y potenció la producción musical.

10- En ese orden de ideas, se crearon sellos y NetlLabels como K Music, FB7 Studio, TKG Records, Series Media, Discos Cocinados, Música Corriente, Grabaciones Tierranegra, Discos HagalaU, Mierdallo Records, entre otros.   

11- De manera más lenta, ocurrió algo similar con las salas de ensayo, los tratados de libre comercio, permitieron de alguna forma, que los equipos necesarios llegaran hasta aquí y en esa medida, hubo una apertura paulatina de ensayaderos en el centro de la ciudad y algunos barrios del occidente de Medellín. Hoy hay ensayaderos en Castilla, Belén, El Poblado, el centro, Santa Cruz, Manrique, Laureles y otros rincones de la ciudad. En el caso del departamento el proceso ha sido más lento pues la demanda de espacios para ensayar es menor.

12- La producción de videoclips también despegó y se crearon productoras audiovisuales como Locomotora, Revolver Santos, Makinema, Platohedro, Ojo de tigre Films y La cifra impar. Algunas bandas también se arriesgaron a autogestionar su producción visual, entre ellas estuvo La Doble AA, El Juanda, entre otros.

13- Otra característica trascendental de los últimos 25 años ha sido la organización de festivales públicos, privados y de interés social. El primero (1995) y más grande fue Rock al Parque en Bogotá y luego las ciudades capitales del resto del país empezaron a proponer sus propios festivales: Medellín (Altavoz), Manizales (Grita), Ibagué (Ciudad Rock), Pasto (Galeras Rock)… Y más adelante, el surgimiento de festivales en las regiones rurales de Antioquia: Guarne (Guarne Rock), Entrerríos (Shama Fest), Guatapé (Más que sonidos), Rionegro (Rock al Río), Bello (Quitasol Fest), El Carmen de Viboral (Víboral rock), Sabaneta (Sabanetoke), Envigado (Vigarock)… Incluso los festivales de los distintos barrios de Medellín como Zona 2, Comuna 4, Comuna 10 o la misma Fiesta de la música, organizado en su momento por la Alianza Francesa, han hecho un aporte trascendental para el crecimiento del ecosistema de músicas alternativas de la ciudad.

14- Esto fue determinante en el desarrollo de empresas de backline, rodies y logística en general, que pudieran garantizar el desarrollo de estos y otros eventos parecidos, organizados en la ciudad. ECO Producciones, Hangar, Persival, Backlineco, ReRodies y Contacto E, son algunos ejemplo de estos procesos.

15- Por otro lado, con la creación de los grandes festivales privados (tipo Estéreo Picnic, Cordillera y La Solar), y la llegada, con más frecuencia, de artistas internacionales que antes no solían venir al país y la ciudad, los conciertos han pasado de ser espacios musicales a grandes experiencias multi sensoriales, donde el diseño del show ha retado a los artistas a mejorar sus performances y enriquecerlos con otros elementos para lograr cautivar públicos que quieran asistir a sus conciertos.

Además, ir a conciertos o festivales para muchas personas también se convirtió en una práctica que no necesariamente pasa por el gusto a la música, se acercan a estos espectáculos para tomarse la foto respectiva, publicarla en sus redes y decir que fueron. Incluso, hay casos en los que se vende más la experiencia, que la misma lista de artistas.

16- De igual forma, se expandió la oferta de conciertos en el país, en Bogotá y Medellín específicamente, lo que ha llevado a las distintas administraciones locales de la capital de Antioquia, a contemplar la posibilidad de convertir la ciudad en un centro internacional de eventos. Como explicamos en un informe anterior, “en Colombia, el recaudo de los grandes conciertos y espectáculos se reparte así: Bogotá, 49%, luego está Medellín, 22%; Barranquilla y la pequeña Cota representan el 6%. El restante se divide en el pequeñas cifras en el resto del país”.

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17- La era digital también provocó que los consumos de discos decayeran y que la descarga de música en un primer momento reemplazara la compra de casettes, vinilos y CDs. Más adelante, la escucha migró a plataformas de streaming, lo que lleva sin embargo, a preguntarse, si la música que está en línea, ¿realmente nos “pertenece” solo por suscribirnos a una plataforma? Esto creó la ilusión de monetización de los proyectos para hacerse autosostenibles, pero el paso de los años ha demostrado que estas plataformas funcionan más como estrategia de marketing que como generador de ingresos, dado que el modelo es muy inequitativo. Una cifra lo constanta: el 90% de los ingresos de Spotify (la más popular) se queda en el 1% de los artistas del mundo.

18- Ese escenario también hizo que apareciera el fenómeno de la viralidad, el cual se explica a partir de la reacción masiva a un contenido que logra un “golpe” de popularidad y que podría hacer visible a su creador. En la música, esto ha ayudado a poner en el mapa a artistas de la noche a la mañana. Y aunque podría ser algo inicialmente positivo, también puede ser un arma de doble filo, porque no siempre esa popularidad se logra mantener, ya que el interés masivo “desaparece” frente al siguiente contenido viral. Esto ha significado que para muchos lo primero sea la búsqueda de popularidad y monetización, dejando en un segundo plano lo esencial: hacer buenas canciones.

19- Esa relación de la “tenencia” de una canción o un disco como un bien material para atesorar o coleccionar, ha hecho que en los últimos años los formatos físicos y analógicos sonoros vuelvan a tener cierta relevancia en nichos como coleccionistas, audiófilos y amantes de la música en general. Así, resurgieron formatos como el vinilo, el casete y en menor medida, el CD, siendo el primero el que ha logrado crecimientos históricos en ventas luego de décadas, y generar una “cultura” del coleccionismo en todas las generaciones.

20- La relación del fan promedio de la música con la asistencia a conciertos ha cambiado mucho en 25 años. Inicialmente, alguien podía asistir a una gran cantidad de ellos, solo por el interés de conocer nuevos sonidos. Hoy, con el cambio del consumo musical gracias a las plataformas de streaming, es más complejo cautivar públicos en presentaciones en vivo. 

21- El interés por preservar la memoria musical y dinamizarla ha crecido en el presente siglo y se ha registrado a través de libros, documentales, series pódcast, fanzines, revistas especializadas y, también, gracias a espacios como el Centro de Documentación Musical El Jordán, El Hormiguero y reciente MuRock, Museo de Rock de Medellín.

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