Por Alexander Múnera Restrepo
Siempre quise ir a Líbido cuando quedaba en el barrio El Bosque; pero por diferentes razones jamás fui y todo parece indicar que se me hizo demasiado tarde para ello. Sin embargo, con el nuevo Líbido ubicado en la carrera 70 no fue así. Y esta es la versión de mi primera experiencia en este bar, un lugar de renombre en la ciudad por la música que allí se programa y porque es reconocido como el único pub que aún existe en Medellín luego de la extinción de El pub, Oxígeno Líquido, El balcón, La paila mocha, El muro, Atmósfera Cero, entre otros.
Arribamos a Líbido a eso de las 10:00p.m. pues Psycophobia, el grupo local que nos convocaba, se suponía empezaba a las 10:30pm su presentación. No obstante, a esa hora aún estaban en prueba de sonido.
Un cuadro de Kurt Cobain te recibe a la entrada, justo cuando terminás de subir las escaleras, y al frente de éste, otro cuadro con la caratula del Insesticide. Algo realmente simbólico cuando se entiende un poco la dinámica del lugar.
El administrador (Mario Líbido) estaba sin camisa. Puede sonar normal para alguien que ya conozca a Mario o haya visitado el bar con frecuencia; pero para otro como yo, no deja de ser particular que el dueño de un establecimiento atienda a sus clientes con el torso descubierto y tenga una botella de licor en la mano como bebida personal.
Hicimos los saludos de rigor y nos sentamos en una mesa con las primeras cervezas. Luego de un rato quisimos hacernos al lado de la puerta, y mientras disfrutábamos un poco del fresco, fue fácil escuchar artistas como Esfinge, Frankie ha Muerto, Los árboles, Portishead, The verve, Federico Franco… Así que la espera se torno amena hasta que los Psyco interpretaron la primera tonada.
La noche seguía su curso y las canciones sonaban. Entonces cuando menos lo esperábamos, Mario le dio la bienvenida a todos y empezó a soltar frases como: “¡Vamos a pichar! ¿Volumen?… Todavía no, más despacio. No te votes todavía, no me dejes en embarazo”.
La mayoría de visitantes ni se inmutaron por tal oración; pero fue inevitable ver a algunos con risas maliciosas o quizá nerviosas frente a lo que Mario decía: “Todo llega lento y doloroso como la muerte”.
Arrancó el concierto entonces y el único elemento escenográfico que tenía la banda eran tres velas blancas prendidas en el suelo puestas en forma triangular. Un sonido bien instaurado en el post punk; pero sin quizá la teatralidad que ha caracterizado otras veces a Psycophobia.
Hora y media de canciones propias y versiones de Joy Division, Talking Heads, The Cure y por supuesto su influencia local más clara, Frankie Ha Muerto. Melodías que más que un tributo a las bandas mencionadas, fue una dedicatoria a la vida desde la muerte de un ser querido.
El toque terminó y el dinero para las cervezas también. Así que salimos, caminamos hasta San Juan y tomamos un taxi rumbo al hogar, un poco aturdidos; pero a la vez muy encantados por aquella velada.
Líbido es un bar oscuro y cargado de vida a la vez, no sólo por su ausencia de luz intencionada, sino por el ambiente que se torna allí: sexual, vital, poético…. podría decirse que esta es una rumba personal de Mario, en la que invita a sus amigos a celebrar con él las noches y la música.