Domingo fiestero en Altavoz 2009. Día 2.

Funk, hip-hop, reggae, electrónica y cumbia, esos fueron los ingredientes del coctel sonoro que nos dio a beber la segunda jornada de Altavoz.

Alexander Múnera Restrepo

La rumba empezó puntual y la banda Electrolíquido fue la generadora de los primeros beats y cantos del día. De ahí, L-mental, el inicio del rap en Altavoz 2009 y la transición al segundo grupo funk del domingo: G-98, quienes desplegaron en tarima baile y energía.

Con un poco de lluvia, el recital de Izaya 103 inició con la voz lírica de su vocalista acompañante y pañoletas ocultando la cara de algunos miembros de su grupo. Letras introspectivas que hablaban de la música como salvación y de lo dura que puede ser la vida.

Ya sin agua, la quinta banda de la programación, y la primera internacional de esta fecha, fue Dúo Kie. Un trío español –contando a DJ Mause- que con buena onda y creatividad puso a reír y al mismo tiempo a mover las manos de casi todos en la Cancha Auxiliar del Cincuentenario.

Con Zatélite arribaron las banderas jamaiquinas. Reggae con secuencias, hip-hop, cumbia, movimiento y sensualidad chocoana, así podría describirse esta propuesta auditiva.

Performance, coreografías, juego, entendimiento, músicos invitados, fiesta… Todo aquello tuvo confluencia con los cuatro elementos del hip-hop que Laberinto ELC quiso representar en vivo con breack dance, graffiti, un sólo de DJ y claro, los MC. Sin lugar a dudas, uno de los mejores show del día y quizás del festival.

La segunda banda de intercambio con otro país fue Sudakaya –de Ecuador-, quienes recientemente estuvieron de gira por Europa y que aunque en su disco Terminal, además del reggae y el ska hacen otras exploraciones con sonidos como la salsa y el hip-hop, en esta ocasión no se escucharon mucho estas tendencias.  A Sudakaya los aplaudieron y la receptividad del público, que por primera vez los veía en vivo y que poco conocía de ellos, fue simplemente de total aceptación y disfrute. 

Un poco antes de los ecuatorianos finalizar su acto, ‘se dejó venir un aguacero torrencial’, provocando un retraso en la programación; no obstante, como ya había pasado otros años y esta vez sin pantano, el público esperó pacientemente a que se reanudara .

El agua jamás se fue del todo, pero escampó lo suficiente para que Providencia iniciara su toque. Con canciones nuevas y éxitos locales como Aerosoles y Distancia, la gente se movió al son que les tocaron. Posteriormente, los ibaguereños Dafne Marahunta a pesar de la lluvia, no dejaron caer el ánimo que sus antecesores imprimieron en el ambiente y con un ska rápido y cumbiero sostuvieron el festejo.

Más tarde el Instituto Mexicano del Sonido – IMS- salió al escenario.  Su baterista llevaba puesta una camiseta que decía como una de sus canciones “Yo digo baila  tú dices dance”; a Camilo Lara (líder de la banda), le atravesaba una banda tipo reinado de belleza con los colores del tricolor colombiano; y como invitado en los teclados estaba “Money Mark”, considerado como el cuarto Beastie Boys.

Cumbia y electrónica mezcladas con fragmentos de canciones de grupos como Café Tacvba, Los Hermanos Real, entre otros y la proyección de imágenes de un video de Bomba Estéreo fue lo que se pudo ver y escuchar en tal vez los 40 minutos más cortos de la noche.

Ya casi cerrando el día, Li Saumet entró a escena con un tutú negro y su voz de cantaora con actitud rebelde y de desparpajo. El concierto de Bomba Estéreo fue así: limpio, sencillo, candente… con una formación básica sumada a la percusión y efectos de sonido. Las gaitas, los tambores, la fuerza de esencia atlántica, junto a la propuesta renovada de esta banda nacional, fueron justos para enrumbar a la gente.

Y para terminar, como se había anunciado desde el sábado, De bruces a mí. Un concierto corto, tranquilo, con la naturalidad de un grupo que comienza a volverse reconocido en el país y sabe de la responsabilidad que es cerrar un festival internacional.

Altavoz 2009 seguía dando sorpresas gracias a la bandas nacionales y locales. Faltaría el tercer acto para cerrar el festival con un grupo que marcó a una generación: Fobia.


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