La ventaja de la música es que no tiene un tiempo determinado, cuando está bien hecha, llega bien en cualquier momento de la vida. Es el caso de El Columpio Asesino y José Gallardo Arbeláez, quien nos presenta el sexto disco de la banda española, casi un año después, en el momento justo de su escucha personal.
Por José Gallardo Arbeláez // @MuInmobiliraria
Bueno, comienza 2021 y los rastros de la vida digital dejan vislumbrar horizontes nuevos, o iguales, pero vistos desde otra perspectiva, es el caso mío con El Columpio Asesino, un grupo que he conocido a través de mis amigos fanáticos del mismo, los cuales incluso han logrado traerlo a la ciudad dos veces. Esos son los mejores fanáticos, los que ponen todo de sí para que las bandas crezcan como quieran y a donde quieran. En mi caso particular, debo dedicar este escrito, cosa común en mí a: Wolfgang Guarín T, Álvaro Vélez (Truchafrita) y no tan amiga, pero si cercana a ratos, diría cuando nos conviene Viviana Ramírez, una gestora fuerte de contenidos de esta ciudad.
Ahora bien, sobre el disco en cuestión, diré que es un disco donde se presentan algunas generalidades:
- Daniel Ulecia, uno de los miembros más “nuevos” del grupo y que por demás tiene una función que algunos consideran secundaria, tocar bajo; pero que es el productor y compositor de la mayoría de tracks, junto a Albaro Alizaleta, hace que este disco tenga un nuevo aíre, sobre lo viejo.
- La aparición de nuevas estructuras de canción o variaciones de las anteriores es una constante muy interesante, sobre todo el control de la tensión, eso me ha interesado mucho en la música del siglo XX, creo que es una de las temáticas preponderantes en nuestras creaciones sonoras actuales y una consecuencia profunda de intentar abandonar la práctica común como fuente única de inspiración armónica.
- Nuevas tímbricas consolidan las estructuras de las canciones, e incluso demarcan o limitan las secciones, es decir: la presencia más fuerte de un pad bajo como es el caso de Tu último relato, a modo de drone eterno, donde las guitarras, los beats, los bajos van y vienen a él y a la voz, entonces tenemos una melodía monotenida o monotemática con variación de acordes ¿passacaglia postrock?
- Las líricas siguen siendo cercanas a la poética que siempre han gustado, apocalipsis zombie con un poco de revolución posfranquista, pero ubicándolo en lo trivial que puede ser un gin and tonic o mejor, saber prepararlo bien y poder conversar con él en la mano de algo medianamente global e interesante. Una suerte de pop inteligente.
- Definitivamente es un manual de re-invención sonora, un ejemplo de cómo grupos tipo LCD Soundsystem y Christina Rosenvinge pueden confluir en un mismo universo, sin necesidad de recurrir a los trucos facilistas del shazam: usar la fórmula en repetición inconsciente y mal copiada.
- Son encantadoras las múltiples funciones que se le dan a los instrumentos de cuerda, acordes en el bajo, más ruido en la guitarra, sintes cargados de tímbrica y color, beats mejor preproducidos, una suerte de energía confluyendo en un mismo lugar para dar a luz un nuevo amanecer sonoro.
Gracias por este bello disco maestros.