Los conciertos de punk, metal y rock en Medellín han tenido un año con nombres poderosos como Destruction, Mayhem, Asagraum y el 20 de octubre de 2018, el turno fue para los británicos de GBH. Este es recuento de un show memorable para la escena uderground.
Francisco Ortíz // 22 de octubre de 2018 // Especial para HagalaU
Tanto los festivales de acceso libre como los eventos pagos nos han brindado la agradecida oportunidad de tener en nuestra tierra paisa a varios de los mejores y más importantes exponentes del punk a nivel mundial. En los primeros podríamos ubicar a artistas como The Adicts, The Exploited, Misfits (version 2013) y Vice Squad, por dar unos ejemplos, los cuales un público de más de 15.000 personas al aire libre.
Pero es en los segundos, como en el caso de Marky Ramone en 2014 incluyendo al vocalista Michael Graves tocando en Culture Club, Bluttat el año pasado en El Sub en el barrio Castilla y Gatillazo en 2012, entre los que vamos a estacionar la sudorosa tarde/noche que se vivió el sábado pasado 20 de octubre en Sala Bombay. Digo esto porque la atmósfera establecida en estos cuatro recitales es digna de estar en un podio como los eventos más efervescentes e insuperables de punk internacional de los últimos 7 años con boleta comprada en mano.
Las agrupaciones locales Ruidoxis, con su inconformismo lírico insurrecto y su ruido conciencia, como ellos lo llaman; Grito y su vital y feroz hard core recién desempacados de otra lúcida presentación en el Grita Rock de Manizales hace sólo una semana; y los altamente activos, queridos en todos los rincones de la ciudad, KDH, proporcionaron todos unas cuotas locales de calidad en sus géneros, embelesando a los asistentes durante sus repertorios a pesar de que a éstos se les veía que estaban ahorrando sus máximas fuerzas para cuando GBH pisara la tarima.
Y así fue como minutos antes de las 8 de la noche los británicos no harían espera mucho a la audiencia para que ahí sí se desatara el caos colectivo entre la mezcla de seguidores vieja guardia con chaquetas de jeans llenas de parches de logos de sus bandas punk predilectas, otros más jóvenes pero igual luciendo sus imponentes crestas con actitud de puro jolgorio, y un buen número de chicas con pintas igual de llamativas, y demostrando que esta cultura nacida a finales de los 70 es una de las más equitativas entre sus partidarios.
24 canciones entre clásicos como “No Survivors”, “Give Me Fire” y “Sick Boy” y la canción de cierre “Maniac” y material más reciente de sus dos últimas producciones plasmadas en canciones como “Kids Get Down”, “Birmingham Smiles” y “Momentum” de la cuadrilla cuyo nombre proviene de la conexión a una ley británica (Grievous Bodily Harm), nos arrebataron el aliento, dejándonos todos poseer por la rabiosa y delirante energía de los europeos. Las personas más próximas al escenario no dejaron de poguear con sus mejores amigos ni con sus camaradas aún por conocer. Algunos con total euforia se subían a la tarima y se tiraban con toda la confianza de caer encima de otros insaciables compañeros y seguir la juerga. Unos pocos, complacidamente, se arriesgaban a grabar videos y sacar fotografías más que todo como para dejar prueba que sobrevivieron a este apocalíptico festejo el cual quedó marcado en cada uno como uno de los más catárticos y apasionados días de sus vidas.
La organización dio cátedra en todos sus aspectos: 2 personas revisando las boletas y haciendo una requisa muy decente y poco exhaustiva, dándole la confianza al Punk Medallo a esta invitación a disfrutar del arte musical con respeto, precios de licor muy económicos, tiempos de las bandas de apertura mesurados, sonido bastante brillante y limpio para la “sucia” y cruda instrumentación que se tuvo, un sinnúmero de chicos y chicas de logísticas muy carismáticos y enfocados en sus tareas; y finalmente salimos muy felices con la cantidad de almas que se hicieron presentes.
Enormes felicitaciones a Juan Camilo Elorza y Self Productions por llevar a cabo este evento y a Colin, Jock, Ross y Scott por su buena vibra, amabilidad y entereza al dejar todo en el estrado.