Existe una delgada línea entre comprender el sentido artístico y buscar la fama.  Y dicen que lo segundo viene por añadidura.  Pero nunca lo primero se puede opacar.

Lo decimos porque en el sector musical de la ciudad hace rato se campea una creciente avaricia por ser reconocidos.  Y con eso muchos llenan su ego pero difuso está su espíritu.  He aquí una muestra.  Hace días un músico de Medellín estuvo  en otra ciudad del país dando un concierto y  nos dijo:

-  No hermano. ¡Es que allá sí hay cultura! 
- ¿Por qué lo decís?  Le preguntamos.   Y él nos “iluminó” con senda respuesta:
- ¡No, es que allá piden autógrafos y todo!

Con esa perla nos quedamos.  Por eso, observando el panorama, se debe hacer un llamado:

El sentido del arte, de lo reflexivo, de los riesgos sonoros, de hacer música sin renunciar al espíritu.     Lo dijo Neil Young: “es mejor quemarse que enmohecerse”.  Pero no hay que patinar en el centro de una pista de fango sin una propuesta musical sólida, porque el día menos pensado caerán los grupos que no tienen bases fuertes. 

Se debe aplaudir a grupos como The Kurtiz Band, Frankie Ha Muerto, Sonora Ocho, I.R.A, Puerto Candelaria, Reencarnación, Trópico Esmeralda y otros que han asumido el riesgo.

Es bueno sentir que reconozcan el trabajo, pero que no se pierda el enfoque.  ¡Qué cada músico elija el camino!