La escena punk de Medellín sigue demostrando que es una de las más consecuentes a la hora de generar alternativas que respondan  al discurso social en sus letras: desigualdad social, desempleo, pobreza, corrupción, falta de oportunidades...

Lo demostraron con la Pogotón de 2008 cuando más de 20 bandas del género se reunieron para dar un concierto que destinó todos sus ingresos para la construcción de una casa a una familia damnificada que se había quedado sin “techo” por deslizamientos invernales.  Hoy esa gente tiene su casa física y ha mejorado sus condiciones de vida.

Y ahora, 28 bandas de punk -unas de la vieja escuela y otras emergentes, lo que lo hace más loable- han liderado el proyecto ‘Punk para un amigo’, disco compilatorio 100% autogestionado donde los grupos donaron sus canciones, los estudios de grabación también, alguien donó las cajas y así, entre todos, lograron realizar este proyecto que destinará todo lo recaudado por ventas del disco, botones y parches para que un amigo de la escena punkera de la ciudad tenga una casa en donde vivir.

En una sociedad aún conservadora como la paisa que gradualmente ha tenido que aceptar a todos aquellos que se salen de los esquemas tradicionales –y aquí  claro que entra el punk-, debería dársele toda la importancia y la relevancia a un idea de responsabilidad como ‘Punk para un amigo’.

Y es que no es solo el punk: más de una docena de grupos realizaron un concierto para recoger alimentos para los damnificados de Haití en febrero de este año, ni hablar de la Rockatón que se hizo para recoger ropa y enseres para los damnificados por el terremoto del Eje Cafetero hace más de una década, o los conciertos del parche hip hop en diciembre que recoge juguetes para regalarle una sonrisa a niños de escasos recursos.

Eso se llama responsabilidad social, aporte a la construcción de calidad de vida con la intervención del arte.  Y eso, hay que contarlo.