Editorial: Fronteras musicales


Las fronteras musicales cada vez están menos visibles en las cabezas de las personas.  ¡Si bien existen reticencias de algunos puristas tan quedados como los que no pudieron trascender el Atarari 2600 y jamás se acercaron a una consola Wii, así pasa en la música, y esos puristas y radicales no se han entrado de la llegada del nuevo siglo!

Basta ver la edición del Antimili Sonoro realizado recientemente en Medellín (festival que propugna por la objeción de conciencia y que pregona que ningún ejército defiende la paz), allí, sin tropeles ni líos, pasó el  hip hop, el ska, el punk y la chirimía de Son Batá con sonidos del pacífico colombiano.  Pogo, baile y saber.

Sin ir muy lejos, en el pasado Rock al Parque, los actos de Fischerspooner, Bomba Estéreo, Buraka Som Sistema y ChocQuibTown así lo ratificaron.  ¡La música, eso es lo importante! Y quedó claro.  El escenario principal de R al P estuvo tan repleto de gente el día del cierre como el día sábado con Destructio, Athanator y Overkill.

También pasa en Coachella y Lollapalooza, lo ha hecho Altavoz con Systema Solar, I.R.A, The skatalites, Reincidentes y Kiño en un mismo escenario.   Y es que hay una manera de hacerla.   Reiteramos, lo importante es la música.  Lo que quedan son las canciones.  Vivir los momentos con los grupos que hemos grabado en nuestro corazón sonoro.

Si hay almas oscuras que siempre nos quieren cortar las alas, ¿por qué nos las vamos a cortar entre nosotros, los que amamos la música y los conciertos?


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